A mediados de los 70, Abba se convirtió en un fenómeno global encadenando un éxito tras otro. Para ser más exactos, podría decirse que su historia echó a rodar el 6 de abril de 1974. Hasta aquella fecha, Waterloo era el nombre de una derrota. Sin embargo, su actuación en el XIX Festival de Eurovisión celebrado en Brighton (Reino Unido) marcó el inicio de una revolución que en más de 40 años no ha ofrecido signos de desfallecimiento. Con un amplio bagaje como banda tributo, Abba Tribute reúne los éxitos mundiales e imperecederos de los suecos en un show que recalará en el Auditòrium de Palma este viernes 28, a partir de las 21.00 horas.
Waterloo (tema que habla de una chica que se rinde a su pretendiente, del mismo modo que Napoleón lo hizo en la batalla de Waterloo) lideró la fiebre Abba, uno de los virus más contagiosos del siglo XX, propagado por cuatro escandinavos que adaptaron sus canciones a imagen y semejanza del wall of sound forjado por Phil Spector en los 60. Una técnica consistente en la grabación en capas, que dotaba a las canciones de una reverberación similar a la de un conjunto sinfónico. Clásicos como Mamma Mia, Chiquitita, Dancing Queen, Fernando o el propio Waterloo serán interpretados en riguroso directo en un espectáculo cuidado al milímetro, que propone un viaje al corazón de nuestros recuerdos, con video proyecciones y réplicas del vestuario utilizado por los miembros originales de Abba, la banda que puso a Suecia en el mapa, gracias a un repertorio que encarna la quintaesencia del arrebato discotequero. Tras el advenimiento de Abba, nada fue igual en el país con más rubios por metro cuadrado, que es hoy el tercer mayor exportador de música del mundo.
Con cientos de conciertos ofrecidos ante aforos de distintos países, Abba Tribute reúne argumentos suficientes para satisfacer al fan más exigente. Y es que además de sus aptitudes vocales, los miembros de este conjunto guardan un curioso parecido físico con los originales.