A riesgo de que esta vichyssoise de verborrea se vuelva muy verbosa, no me resisto a presentar a David Lloyd (Inglaterra, 1950) como el artífice de uno de los personajes de cómic más icónicos de la historia. Un vigilante enmascarado con esa careta de Guy Fawkes, dibujada con esa vistosa sonrisa, y que se convirtió en un símbolo frente a la opresión, la dictadura y la vileza tan vital que viajó desde las viñetas creadas junto a Alan Moore para ser visionada en la gran pantalla y, de ahí, a las vías y avenidas de las ciudades. Hablamos, cómo no, de ‘V', cuyo creador estará este viernes en la librería Metrópolis de Palma para firmar volúmenes de su gran obra, V de Vendetta.
Empecemos a lo grande, ¿por qué cree que hay gente reticente a considerar el cómic un arte?
— Es el transcurso del arte popular el estar bajo la lupa de la crítica del arte más elevado. Al cine le costó mucho tiempo ser respetado y le ocurre igual a la llamada ‘música barata'. Pero no importa lo que la crítica piense.
¿Cómo nació V de Vendetta?
— Es una respuesta tan larga que no puede darse aquí, pero por abreviarla un poco diré que se me pidió crear un vigilante enmascarado que debía escribir y dibujar yo, pero decidí trabajar con Alan (Moore) porque sabía que era un genio, así que le pedí que lo escribiera él. Me parece que fue una buena idea (risas).
¿Le parece que a veces el guionista, como en este caso Alan Moore, recibe más repercusión que el ilustrador?
— Uno no puede existir sin el otro en un trabajo exitoso. Es como en una película, un mal director con un buen guion hará una mala película, y al revés igual. Solo sale algo bueno si funcionan ambas partes, pero es cierto que el guionista recibe más focos últimamente, pero porque hay gente muy buena como Alan Moore o Neil Gaiman.
¿Cómo decidió el estilo que convenía a la historia de ‘V'?
— Esta es fácil. Cada historia debe ser dibujada en un estilo que la acompañe bien. En el caso deV de Vendetta, es una historia en un futuro espantoso y desolado, así que dibujé con un estilo que fuera espantoso y desolado.
¿Cómo surgió esa pequeña sonrisa que tanto le caracteriza?
— Bueno, la idea original era que fuera como las máscaras que se pueden comprar en cualquier tienda, pero en verano era difícil encontrarlas, así que la dibujé de memoria y recordaba esa sonrisa, y la añadí al diseño. Creo que fue un accidente feliz.
¿Cree que la historia transmite el mensaje de que en tiempos oscuros el fin justifica los medios?
— Es una difícil pregunta, permítame contestar con otra: ¿Cuál es la diferencia entre un luchador por la libertad y un terrorista?
¿Cuál diría que es el tema de ‘V'?
— La necesidad esencial de mantener la integridad e individualidad a toda costa. Defender la idea de que no hay que unirse a un club solo evitar la censura.
La ambientación de V de Vendetta era el futuro distópico de Gran Bretaña, pero ese futuro (1997) es ahora el pasado, ¿ve algunas similitudes con el presente?
— Sí me preocupa la tendencia hacia los autoritarismos que crecen en más de una supuesta democracia, pero teniendo en cuenta que el poder real está en las manos de personas que no hemos elegido, pues no queda mucho espacio para el optimismo. Aun así, creo que debemos tener esperanza y usar cualquier herramienta que tengamos para hacer las cosas mejor para todos.
¿Es ‘V' un personaje que venerar o es más bien un aviso de que debemos hacer lo que sea para evitar necesitar a alguien como él?
— Sí, ‘V' es una advertencia, como lo fue y es 1984 de Orwell, de que debemos hacer lo que sea para evitar necesitarle a él o a alguien como él. Pero es importante entender que el problema en ‘V' somos nosotros. Los dictadores existen porque les permitimos existir. Nosotros, como ovejas, somos guiados y nos dejamos guiar por monstruos. Al fin y al cabo, el modelo de ‘V' es la Alemania de los años 30 en la que la gente enalteció a Hitler y dejó que todo ocurriera. Nunca habrá una utopía porque no hay seres humanos que sean utópicos.