Manuel de la Calva, cincuenta por ciento de El Dúo Dinámico, no es de los que componen oteando la lluvia tras los cristales, con una guitarra a mano y la inspiración rondando por los techos. La secreción eufórica, para él, está en el contacto directo con la gente. Y su soleada visión de la vida es tan contagiosa como sus canciones, himnos para varias generaciones. Aunque si algo nos ha legado su prolífica sociedad con Ramón Arcusa es la idea de que el amor no es ninguna cursilería. El Auditòrium de Palma les recibe este viernes, a las 21.30 horas.
Tras 63 años de carrera ¿la fama se convierte es un estado natural?
— No, pero es cierto que resulta muy difícil dejar esta profesión. Es algo que, más allá de lo económico, llena tu vida de una forma total.
¿La amistad es el secreto para que seis décadas después sigan en activo?
— Exacto. Nos respetamos mucho y, aunque cada uno hace su vida, somos muy amigos.
¿Recuerda el día en el que pensó ‘esto va en serio'?
— Sí, trabajábamos en una fábrica de motores de avión en Barcelona y ofrecimos un improvisado recital para los compañeros, fue un éxito y nos hizo pensar que podíamos llegar lejos.
Resistiré volvió a poner en relieve a El Dúo Dinámico en pleno pandemia. Siempre ha sido un himno contra el desaliento...
— Así es, la compuse en 1987 después de ver en la tele a Camilo José Cela diciendo ‘no te quepa la menor duda, el que resiste acaba ganando', esa frase me inspiró mucho.
¿Tuvo la música un significado mayor para aquella generación que fue llegando tarde a todo?
— La música siempre ha sido el mejor paliativo de la vida que uno lleva.
¿Cuál ha sido la canción más lucrativa de su repertorio, y cuál su favorita?
— En cada período ha habido un tema que ha sobresalido por encima del resto, pero diría que Resistiré. Mi favorita es Amor de verano, la escribí en 1961 en Buenos Aires, es un recuerdo muy bonito de juventud.
63 años de trayectoria dan para muchas anécdotas, ¿cuál es la más jugosa?
— Viví mucho tiempo en Mallorca, tenía una casa en Cala d'Or junto a la de Serrat (Joan Manuel) y un día fuimos juntos a una discoteca pequeñita. Era la época en la que habíamos dejado la música porque sentíamos que no encajábamos, y una pareja se acercó a pedirme un autógrafo. Me subió la moral y me hizo pensar que tenía que volver porque la gente aún se acordaba de mí. Y al despedirse, me dijeron ‘ha sido alucinante conocer a Miguel Ríos' (risas).
Me han contado que durante el rodaje de Botón de ancla estaban haciendo el servicio militar y el Ministerio del Aire les expidió un permiso alegando que era una ‘película de interés nacional'…
— Sí, así es, pero la anécdota es que nos fuimos a grabar tres meses y cuando volvimos al cuartel nos dijeron que teníamos que recuperarlos (risas).
Aunque El Dúo Dinámico destapó el fenómeno fan en España, lo suyo estaba muy alejado del cliché del sexo, drogas y rock and roll que emergía con fuerza en aquellos días…
— No hemos tocado las drogas. Eran tiempos difíciles, la industria musical en España no estaba desarrollada. Nosotros empezamos con EMI y recuerdo que querían que la portada de nuestro primer disco fuera en blanco y negro. Dijimos que ni hablar, y un amigo nos hizo unas fotos. De hecho, la mayoría de nuestros primeros discos salían con fotos que nos habíamos hecho nosotros. Pero cuando vimos que el grupo funcionaba comenzamos a exigir, fue un toma y daca constante.
¿Cuál es la mayor lección que le ha enseñado la vida?
— Nosotros nacimos durante la Guerra Civil y eso marca mucho.
¿Tienen algún nuevo proyecto en mente?
— Vamos a presentar una canción para la preselección de Eurovisión. ¿Se imagina que nos eligen?
¿Es fácil controlar el ego teniendo éxito?
— Ni Ramón ni yo tenemos un ego exacerbado, somos gente normal, yo voy al mercado a hacer la compra.
¿Qué error no volvería a cometer?
— La verdad es que la vida está hecha para cometer errores y aprender de ellos, estoy bastante contento con la vida que hemos tenido.