El actor y director mallorquín Juanma Falcón (Palma, 1983) está en la parrilla de salida de la carrera hacia los Goya. Se ha colado en ella sin hacer mucho ruido junto al productor catalán Miguel Ángel Faura (ha trabajado en cintas como Enemy, de Denis Villeneuve), que también firma la dirección del cortometraje Coque, una tierna historia ambientada en los años 90 sobre la «falta de educación emocional de toda una generación».
Falcón, que tiene en Coque el que considera su «primer trabajo como director», explica a Ultima Hora que recibe la precandidatura con «cierta sorpresa» ya que «aunque es un corto que está gustando, ha pasado algo más discreto por los festivales en los que ha estado». No obstante, Falcón comenta que han conseguido construir «algo que es capaz de conectar con algo muy primario del ser humano que es el primer amor y la ausencia de educación emocional de una generación».
El protagonista, interpretado por el actor Álex Losada, es un niño que se ve arrastrado al pueblo de sus abuelos junto a su hermano pequeño. Allí experimenta por primera vez el deseo o la atracción, unido a la falta de «acompañamiento adulto» para unas emociones con las que no es del todo capaz de lidiar.
Gestión emocional
Es por esta razón que tanto Falcón como Faura decidieron «rodarlo todo desde el punto de vista del niño y denunciar la falta de educación emocional». El chico, según detalla el mallorquín, «se halla perdido y no sabe gestionar el deseo y la pasión. Por eso, a pesar de estar ambientado en la España profunda de los 90, mucha gente se identifica con la historia y acaba siendo un retrato de la nula educación afectiva de una generación entera».
En cualquier caso, esta denuncia es consciente de que «simplemente no estaba sobre la mesa hablar de estas cosas en esa época, pero es importante hacerlo ahora porque esto ocurre en el momento que define cómo vas a comportarte con otras personas siendo adulto y si pudiéramos hacer un seguimiento de Coque con 17 o 18 años tendría un trauma y viviría estas situaciones con timidez y angustia».
Sobre el origen de la historia y compaginar la coautoría con Faura, Falcón describe que todo fue muy orgánico. «La idea nace de poner historias en común durante un tiempo en el que compartimos piso los dos y sobre lo que supuso para ambos ser hermanos mayores». Ese entendimiento se prolongó en el rodaje para el cual, «como sabíamos muy bien qué queríamos contar y cómo, ha sido un diálogo en el que Miguel Ángel se encargó de la planificación y la puesta en escena y yo de la dirección de actores».
Un trabajo, el de Faura, que al tratar con niños puede ser peliagudo en ocasiones, pero no en este caso: «Siempre hay que hacer un trabajo previo para ver si conectas con los demás y con la historia, y en este caso la experiencia de trabajar con Álex [Losada] y los demás ha sido increíble». Explica que «los niños son muy profesionales porque se lo toman muy en serio y además han estado muy entregados».
Con quien apenas tuvo trabajo en el rodaje, según detalla Falcón, es con otro mallorquín, Miquel Gelabert, que hace del abuelo del niño. «Clava el papel de una manera magistral dándole un peso y una autoridad a lo que dice. Miquel llega, se pone y lo hace».
Sobre el futuro inmediato del corto, Falcón cree que la precandidatura para los Goya le dará «una segunda vida» y toca hacer «campaña» para lograr la nominación. Mientras que sobre el futuro profesional propio, Falcón confiesa haber sido picado por el gusanillo de la dirección y querer «compaginar actuar y dirigir» porque «me gusta mucho tener acceso a todo el universo de la historia y poder controlar lo global del proyecto y hacia dónde vamos con él». Habrá que acostumbrarse a verle delante y detrás de cámaras a partir de ahora.