Con un año de retraso por mor de la crisis sanitaria, la memoria del pintor Joan Fuster (1870-1943) recibió ayer el gran homenaje que merecía en el 150 aniversario de su nacimiento. En el Museu Municipal de la Cartoixa de Valldemossa, el Ajuntament de la localidad de la que descendía Fuster inauguró una amplia retrospectiva del artista y de su obra. Entre los asistentes estuvo presente Joan Oliver ‘Maneu', reputado galerista y nieto de Fuster, quien ya en su momento ofició como comisario de la también impecable muestra que sirvió para conmemorar en sa Llotja de Palma el 50 de su fallecimiento.
Para ‘Maneu', su abuelo fue su primer maestro, y no sólo de dibujo, sino de la vida. Un ejemplo a seguir. «Tantos años después, todavía están bien presentes las maravillosas experiencias y las inolvidables vivencias pasadas totalmente a su lado durante mi niñez», recuerda el galerista. Joan Oliver destaca de Fuster su «eterna capacidad de trasmitir un mensaje de esperanza». Hombre de ideas liberales y notablemente influido en su adolescencia por maestros como Ricard Anckermann, su magisterio, según su nieto, se traduce en la invitación a trabajar el arte hasta en los peores momentos. A hacerlo «con ilusión y con fe para dejar a las generaciones futuras el testimonio de nuestro trabajo. De él aprendí a amar el arte y la naturaleza y a forzar las posibilidades que el entendimiento, la voluntad y el amor no dan para hacernos mejores y mejorar a aquellos que nos quieren y a quienes queremos».
La exposición este viernes inaugurada es, de alguna manera, «fruto del fruto» de aquella convicción, señala Joan Oliver ‘Maneu'.