Emocionado y alegre, el sobrino del artista búlgaro Christo, Vladimir Yavacheff, presentó este jueves junto a su equipo y las autoridades francesas el sueño hecho realidad de su tío, fallecido en 2020, cuyo legado artístico continuará con proyectos que quieren adaptarse a las problemáticas del siglo XXI.
«Espero que esté satisfecho del trabajo que hemos hecho y que allá donde esté nos dé su sonrisa», dijo Yavacheff durante la conferencia de prensa que precedió a la inauguración de la obra, que hará este mismo jueves el presidente francés, Emmanuel Macron.
Yavacheff, director del montaje, insistió en que pese a la ausencia de su tío, su equipo tan solo ha ejecutado un proyecto que Christo había planificado al milímetro. «Lo tenía todo preparado, cada detalle y aspecto visual. Nosotros solo hemos seguido sus instrucciones», añadió, recordando que en octubre de 2019 Christo había seleccionado in situ y desde lo alto del monumento el tejido que ahora lo envuelve.
Se trata de una tela plateada de polipropileno reciclable, del que se han usado 25.000 metros cuadrados, y tres kilómetros de cinta roja del mismo material. «La elección del tejido es totalmente estética. Buscábamos una estructura, un brillo, y este tejido, con su forro azul da un resplandor que apenas se ve. Cuando lo miras parece hasta sedoso pese a que el tejido es muy duro y fuerte cuando te acercas», explicó Yavacheff.
Tras esta intervención, el equipo del montaje defendió la sostenibilidad del tejido, que después será sometido a un proceso de reciclaje industrial, igual que la cinta roja.
La elección del tejido y el concepto en sí de la obra no ha estado exento de polémica, lo que explica porque el grupo ha insistido tanto en defender su capacidad total de reciclaje.
El pasado sábado, el arquitecto y amigo de Christo Carlo Ratti pidió en una columna en Le Monde poner fin al proyecto por razones medioambientales, recordando que la industria de la moda es responsable del 10 % de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, y pidió poner fin a la «estética de envases y desperdicio».
Otro de los puntos más llamativos de esta instalación, abierta al público del 18 de septiembre al 3 de octubre, es que supondrá la peatonalización de la gigantesca rotonda que rodea al monumento, una de las zonas con más tráfico de París, durante los tres fines de semana del evento.
«Poder venir andando hasta los pies del Arco del Triunfo va a ser algo extraordinario», defendió la alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo, que ha hecho de la restricción del tráfico en su ciudad uno de sus caballos de batalla.
«Creo que Christo y Jeanne-Claude (su esposa y socia, fallecida en 2009) son inmensos artistas y precursores, tenían una visión. Creo que les hubiera gustado mucho ver esta imagen moderna, tan del siglo XXI, del desafío climático», añadió la socialista.
La reapropiación del monumento y la intención de despertar nuevos sentimientos en el espectador eran algunas de las motivaciones de Christo, que consideraba que «la obra pertenece a quien la ve».
En el encuentro con la prensa estuvieron presente algunos de los 19 técnicos de altura que han participado en la instalación del tejido, los ingenieros que lo fabricaron, así como la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, y el exministro de Cultura Jack Lang, detrás del embalaje del Pont Neuf en los años 80.
En total, la ejecución de la obra ha llevado cinco años, un récord extraordinario en la trayectoria del artista, que llegó a esperar más de veinte años para poder embalar el Parlamento alemán, en 1994, y una década en el caso del puente parisino.
Pero desde que Christo empezó a pensar en envolver el Arco del Triunfo han pasado 60 años. Los dibujos realizados en ese tiempo, algunos de ellos subastados en los próximos días en Sotheby's, servirán para financiar el proyecto, que ha costado en total 14 millones de euros.
Los fondos, totalmente privados, no irán a la conservación del Arco, lugar emblemático de la memoria patriótica francesa donde se halla la tumba del soldado desconocido, símbolo de los caídos en la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, el Centro de Monumentos Nacionales sí espera sacar provecho de la venta de imágenes y recuerdos de la instalación efímera que ofrecerá a partir de ahora a su público.