El recién nacido Festival de Ponent de Andratx arranca este jueves, con la puesta del sol, desde el Castell de Son Mas (20.00 horas). Lo hace por todo lo alto al ritmo de uno de los maestros musicales del folclore: Rodrigo Cuevas. El asturiano es un artista multidisciplinar que se caracteriza por su mezcla de sonidos regionales con bases electrónicas no exentas de humor. Elementos que le han valido el sobrenombre del Freddie Mercury del folclore asturiano. En Andratx, descorchará el festival con su espectáculo Trópico de Covadonga, producida y dirigida por el prestigioso Raül Refree, y más adelante, durante el Atlàntida Mallorca Film Festival, volverá a la Isla con Barbián. Desde su casa en una pequeña aldea gallega, Cuevas habla sobre la importancia de lo rural, el valor de las tradiciones y su revelación mallorquina, una Isla «a la que le he cogido el punto».
Con todo lo que está ocurriendo en la Isla con el megabrote, ¿viaja tranquilo a Mallorca?
— La verdad es que paso bastante de esos follones televisivos y vengo tranquilo. Vamos, que ni me lo pensé porque Balears fue una de las comunidades donde más se cuidaron del tema del coronavirus y esto que ha pasado ahora podría haber ocurrido en cualquier otro lugar.
Abre el Festival de Ponent, ¿qué le parece que se celebren ciclos que reivindiquen lo local como este?
— ¿Lo abro yo? Eso no lo sabía. ¡Qué maravilla! Y me parece igual de maravilloso que se hagan estos festivales y más en sitios como Mallorca que son tan turísticos y tienen como una de sus principales consecuencias la pérdida de identidad. Mallorca, además, tiene una cultura fuerte y riquísima, y estos festivales pueden contribuir a fomentar un turismo más inmersivo que de verdad potencia la cultura y revierta en su riqueza en la Isla.
¿Qué tiene preparado para este jueves?
— Vamos con Trópico de Covadonga, en el que canto canciones de Manual de cortejo, y bueno, voy en formato trío con dos músicos más que ya veréis. Mucha feromona, que es lo más importante.
¿Qué le aporta vivir en el pueblo?
— Vivir aquí me permite levantarme todos los días y ser consciente de la estación del año que es porque la tengo justo delante, algo que no pasa tanto en la ciudad. Para calentar mi casa tengo que cortar leña y para alimentar a las burras tengo que segar. Soy más consciente de lo que cuestan las cosas y de lo que implican y me parece una forma de vivir más cercana a la realidad.
¿Es anterior su interés por lo local?
— Fue a la vez. Descubrí que estaba muy ligado a lo rural y empecé a verlo de otra forma. En la ciudad vives en una burbuja lejos de todo y no te das cuenta de muchas cosas. Tenemos un patrimonio cultural que solo una sociedad estúpida dejaría abandonado. El folclore es gratis y de todos, lo que hay que hacer es cantarlo y bailarlo. En casa, en la plaza, en la cocina.
¿Qué opina de aquellos que ven un ataque en estas expresiones culturales?
— No sé qué les pasa por la cabeza. Algunos creen que la diversidad es un ataque a la homogeneidad, pero es lo contrario. Si ves como un ataque manifestar la riqueza cultural de un país, es que tus cimientos morales se sustentan sobre algo muy básico porque deberías sentirte orgulloso de tanta pluralidad.
¿Cree que la gente todavía ve raro que un joven vaya a vivir al campo?
— Cada vez es más normal y también que los que ya viven en el campo se queden, que es más revolucionario. Pero a ciertas edades tienes la sensación de perderte cosas si no vives en la ciudad y ahora mismo tienen razón. Hay que luchar por que haya cultura, ocio, diversión y educación aquí y tenemos mucho poder para lograrlo.
¿Es el pueblo un lugar para gente mayor donde no pasa nada?
— No, para nada. El pueblo es el lugar ideal para los jóvenes y la ciudad es ideal para la gente mayor. No digo que deban irse los mayores (risas), pero la ciudad tiene más comodidades y el campo necesita jóvenes. Además, ellos buscan una libertad que aquí tenemos. Muchos dicen que irán al campo al jubilarse, pero si no has estado en tu vida aquí, cuando te jubiles no durarás ni medio segundo.
Es también muy reivindicativo de los derechos LGTBIQ, ¿qué opina de la Ley Trans?
— A modo personal, no de experto, creo que si alguien niega la existencia a una persona tenemos que estar ahí para defender a esa persona. Nadie puede negar la existencia de nadie porque es uno de los ataques más graves que hay: anular tu existencia y hacerte desaparecer. Y yo siempre estaré al lado del que esté reivindicando su derecho a existir.
¿Por qué cree que su estilo triunfa independientemente del lugar?
— Porque las fronteras son algo político y la cultura las diluye. Cuanto más conoces el folclore, más cuenta te das de que hay muchos elementos reconocibles. La cultura popular, la que hacemos todos, es algo muy fuerte que nos une y es lo opuesto a las redes sociales. No te polariza, sino que te amarra a un lugar común y es fácil reconocerlo aunque no sea tu propia cultura.