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Marc Ros, de Sidonie: «Mi trabajo es ir a Mallorca y dar el concierto de mi vida»

El vocalista del grupo, Marc Ros, confiesa sus nervios y emoción por el concierto piloto que ofrecerán este viernes en el Mallorca Live Summer

Sidonie, en Cadaqués, su "lugar".

| Palma |

Asegura que es una persona muy nerviosa «ya de entrada» y que para combatirlo recurre a la meditación y a las infusiones. Por eso, no es de extrañar que Marc Ros (Barcelona, 1974) reconozca que está un tanto histérico de cara al concierto de Sidonie de este viernes en el Mallorca Live Summer, que será el primer concierto piloto en Balears con 5.000 personas de pie, con mascarilla y sin distancia de seguridad. El 25 de junio de 2021 será sin duda una fecha que recordaremos mucho tiempo. Y el grupo catalán, con más de veinte años de trayectoria sobre los escenarios y nueve discos a sus espaldas –el último de ellos El regreso de Abba, que también es el título de la primera novela de Ros–, procurarán que así sea.

¿Está muy nervioso?
— Y tanto. Soy una persona muy nerviosa ya de entrada, por lo que medito un poco y me hago infusiones. Me pongo tan nervioso que cuando, por ejemplo, en Navidad, si en la cena familiar me piden que cante alguna canción, lo paso fatal. Así que ya te puedes imaginar los nervios que estoy pasando. Sin embargo, el hecho de vivir esta nueva aventura mallorquina acompañado de mis amigos, como son los compañeros de banda, lo hace todavía más bonito y especial.

¿Cómo surgió esta propuesta?
— Nos llegó hace poco a la oficina e inmediatamente dijimos que sí, pero tengo que reconocer que no éramos muy conscientes del todo de la importancia de este concierto. Siempre que podemos nos escapamos a la Isla, así que aceptamos de forma casi automática. Luego piensas, ‘dónde me he metido'. Pero que quede claro que, a nivel sanitario, estamos muy tranquilos.

Será un concierto con el que volver a la normalidad, aunque para nada será un concierto normal.
— No será normal porque cada concierto y cada fin de semana es una nueva aventura. El otro día tuvimos un retraso de cinco horas para coger un avión en Barcelona y estuve hablando con el piloto. Me contó que en su trabajo cada vuelo es diferente, que si un día hay que sortear tormentas u otro día pasa otra cosa… Así que le dije: ‘Pues sé músico y cantante en plena pandemia, en España, y ya me contarás las turbulencias'. Por otra parte, el ver al público de pie, sin distancias, también se notará a nivel musical.

¿En qué sentido?
— En la voz. Con mi hermana [Miri Ros], que hace los coros en El regreso de Abba, estuvimos hablando sobre cómo de distinta es nuestra voz en los temas grabados antes de la pandemia. A nivel técnico, las voces suenan con más medios y, a nivel poético, más difusas o vacías. Otras veces, en medio de una grabación, se me notaba si había sufrido una ruptura sentimental. Todo eso trasciende la canción.

¿Este concierto marcará un antes y un después en su carrera?
— No me quiero poner más presión. Mi trabajo es ir a Mallorca a hacer el concierto de mi vida. Pero es que es así en cada actuación. Salgo al escenario, me hayan roto el corazón o con dolor de barriga, y tengo que salir allí y dejarme la piel. De joven dejaba que esas cosas me afectaran más, pero ya no, se han acabado las tonterías. En Mallorca intentaré sacar la mejor versión de Sidonie. Y poder añadir aunque sea medio granito de arena a la historia cultural de la Isla me parece todo un honor; estar donde artistas como Chopin, Barceló, Anglada i Camarasa o Biel Mesquida. De hecho publiqué una story en Instagram con su libro Acrollam, que me encanta, y le invité a venir al concierto. También hace veinte años coincidí con Llorenç Santamaria en la radio y me contó que había teloneado a Jimi Hendrix con su grupo Z-66 en la discoteca Sgt. Pepper's.

Su último disco y su primera novela se titulan igual y, además, se entremezclan. ¿La literatura siempre ha estado allí?
— He escrito desde siempre y también con las letras de Sidonie. Pero luego va Milena Busquets, que para mí es una escritora en mayúsculas, y dice que no se considera tal. Yo creo que sí soy escritor y los que componemos canciones lo somos. Al llamarnos letristas nos estamos despreciando.

¿Y por qué se decidió a publicar ahora?
— Por dos cuestiones: la falta de tiempo y la edad. A partir de los 40 me volví una persona más segura de mí misma y me dije a mí mismo: ‘¿no te gusta leer, no tienes una idea en la cabeza? pues escribe'. Nunca es tarde para escribir y te diré que ojalá se pensara lo mismo con el pop, que suele estar relacionado con la juventud. Pero esa idea es de hace muchísimo tiempo y tendríamos que superarla ya.

En el disco regaláis ni más ni menos que 68 minutos de música.
— Con Sidonie funcionamos como una relación amorosa de pareja en la que de vez en cuando nos tomamos un respiro para luego volver renovados y así surgió la novela y luego pensé hacer algo que creo que nadie ha hecho: convertir en reales unas canciones que me inventé en la novela. Y Cadaqués, que en cierto modo también es una isla y además también salan como en Mallorca, es nuestro lugar.

A partir de este concierto, ¿Mallorca será un 'lugar' también para Sidonie?
— Claro. Pero tengo que decir que tengo una queja: es muy complicado coger un vuelo directo para venir a Mallorca. Quería venir de vacaciones para relajarme pero hay mil conexiones. Me gustaría encontrar el momento para venir a relajarme. Así que aprovecho para invitar a todos los que lean esta entrevista a que me manden un mensaje privado por Instagram con rutas, museos, restaurantes y sitios bonitos para visitar en la Isla.

El 21 de junio se celebra el Día Europeo de la Música. ¿Está de acuerdo con este tipo de celebraciones?
— Desgraciadamente también hay otros 'días', como el Día de las Escritoras o el Día de la Mujer, pero está bien recordar que también hay un Día de la Música, aunque tú y yo sabemos que cada día es su día. Desde que me levanto ya estoy pensando en qué vinilo me pondré por la noche. Soy un romántico pero no tiene nada que ver con el romanticismo, sino con el hecho de vivir una experiencia. Por ejemplo, tú y yo podemos ir a cenar en Mallorca, por ejemplo, a un restaurante bonito y pagar un poco más pero que sea también muy bueno. Eso es lo que busco en la música, en la de los demás y en la mía.

En El regreso de Abba hay efectivamente 68 minutos de música y yo me pregunto: '¿De verdad no tenemos ese tiempo para escuchar música?' Necesitamos tiempo para nosotros mismos y creo que la música se ha convertido en un decorado, en un ruido de fondo. Igual que coges un libro y estás media hora o una hora leyendo, puedes hacerlo con un vinilo o con un cedé, da igual. Vivimos a gran velocidad y a mí también me pasa que me pongo a escuchar una canción y me lleva a unos segundos de otra y así llevo dos horas sin escuchar realmente nada. Me gusta coger un vinilo, poner la aguja, sentarme y disfrutar.

Es como un masaje sónico. Esta noche me pondré uno de Otis Redding, una voz emocionante. Él siempre me cura.

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