Después de prácticamente catorce meses de sequía, el Auditòrium de Palma vuelve a reabrir la sala. Aunque sea la pequeña, la Mozart, ya es suficientemente significativo de lo que esperamos se avecine. De hecho los indicadores así parecen revelarlo. Un festival que nace en Alaró –se lo contábamos hace tan sólo unos días–, el Festival A Jazz de Mar preparado ya en Porto Colom para inicios de julio, también en esas fechas está programada la segunda edición del Festival Jazz Palma, entre otras citas que seguro se presentarán en breve, y ahora este referente musical de la Bahía de Palma que acaba de presentar un ciclo de conciertos que tendrán lugar prácticamente todos los jueves hasta finales del mes de julio.
El Auditòrium Jazz Fest, recoge esencialmente a formaciones locales con acreditada trayectoria musical. Evidentemente no están todos los que son, pero sí son todos los que están. K12, Camil Arcarazo Trio, Miranda Jazz Trio, 971 Connection, Big Babo y el Miranda Jazz Combo, completaran esta cita inaugurada este pasado jueves con el concierto de Round Quartet, o lo que es lo mismo, la banda que arropa a la cantante Mary Lambourne.
Si indicaba el largo tiempo en que la sala ha permanecido cerrada, hay que tener en cuenta que otro tanto es lo que les ocurre a los músicos, pues la pandemia también los ha alejado del escenario, y volver a él, además con la rigurosidad y exigencia que supone la sala, es, más que un reto, una gran alegría que, es este caso, supo transmitirse a un público que sin agotar las localidades al cincuenta por ciento de su cabida, supo responder a la cita. Será, por que también andamos faltos de vivir en directo esas emociones.
Marinero en Tierra, álbum editado en 2018 y que toma el título del libro de poemas de Rafael Alberti publicado en 1924 y con el que obtuvo el premio nacional de poesía, vertebró un concierto al que fueron añadiéndose alguna bossa nova, referenciando a Tom Jobim o el Corazón loco de Machín, hasta ir perfilando un repertorio de un cierto eclecticismo, aunque el denominador común es ese juego entre la delicadeza sonora e interpretativa, y una atmósfera que siempre se mantiene por texturas insinuantes.
Lambourne convenció y sedujo; pero es que además el resto de los músicos, Guillem Fullana, Juanan Torrandell y Teo Salvà, consiguieron bordar una velada que se despidió a ritmos brasileños de O Pato.