¿Qué ocurre si juntas el talento actoral de Lara Martorell, la maestría vocal del tenor Joan Laínez y la destreza al piano y la visión artística de Maria Victòria Cortés? Que te sale un espectáculo como Con mi dolor a solas, producido por Euroclàssics, y que es capaz de unir ópera, teatro y poesía sobre el escenario. Todo para «emocionar y divertir» hablando de uno de los temas más universales que existen: el desamor. Será el 21 de mayo cuando arranque su mini gira por la Isla desde el Claustre de Sant Bonaventura de Llucmajor, a las 19.00 horas, dentro del Festival Líric de la localidad. El día siguiente recalarán en el centro de cultura Sa Nostra de Palma, a las 18.00 horas, donde el recital formado por de Falla, Verdi, Turina o Puccini retumbarán en las calles de Ciutat.
Es la propia Martorell, actriz que saltó a la fama por su papel en la serie de TVE Servir y proteger y que ha continuado en la exitosa Veneno, quien adelanta que «está quedando precioso». Ella, además, confiesa «haber aprendido una nueva herramienta de trabajo: inspirarme con la música clásica para conectar con los personajes y darles más verdad».
Intensidad
Por su parte, Laínez, exdirector del Mallorca Gay Men's Chorus, coincide en la belleza del resultado y añade que «Lara ha hecho suyo el texto, adaptándolo para sentirlo más». La química que ambos, Laínez y Martorell, exhiben a pleno sol no disminuye ni un ápice cuando se suben a las tablas, ya que «nos compenetramos muy bien y desde que nos conocimos ha sido muy intenso». La intensidad de los ensayos es lo que el dúo quiere trasladar al público, al que invitan a asistir porque «en Mallorca hay pocas cosas parecidas a esta y es una oportunidad maravillosa para divertirse, emocionarse y disfrutar», señala Martorell quien, además, no ahorra en elogios hacia «la originalidad absoluta» que le supone el unir la parte teatral, musical y poética.
A su vez, insiste en que «la gente se va a encontrar cosas que no se espera. Es un espectáculo precioso con historias que nos han pasado a todos». Estas, además, están contadas a través de un repertorio que, según Laínez, fue escogido por Cortés, y tiene un denominador común: «El desamor». Un tema que Martorell califica de «universal» que «puede hacer que conectemos con el público». Razón no le falta porque «aunque no deba, el amor duele. Todos hemos tenido un amor que nos ha dolido alguna vez. ¿Quién no ha sentido esto?», se pregunta la intérprete Laínez recoge el testigo y añade que, si bien es cierto que el desamor es el tema principal, «si hay dolor es porque antes ha habido algo importante. Pasar del amor al odio es una línea muy fina y aquí, con la música, los textos, las arias, etcétera, se ve perfectamente cómo se traspasa». Coincide Martorell que destaca «que un desamor es una historia de amor que termina, abruptamente, como la muerte de un ser querido. La vida es así y hay que convivir con ello. No es negativo, sino realista, pero para llegar a esto primero ha debido haber amor».
Para conectar con el público del siglo XXI, ya que algunos textos tienen siglos de antigüedad, Martorell ha adaptado sus textos para «que le digan al público aquello que tienen que decirle», ya que un problema que hay con la lírica, como instruye Laínez, es que «leída puede resultar incluso absurda». «Encontrábamos un léxico que no tenía mucho sentido, pero ahora puede llegar más al espectador».
Y es que, a fin de cuentas, todo se reduce a esto: conectar con el público. Aunque, en realidad, es algo que Martorell y Laínez tienen asegurado desde el mismo «disfrute y la conexión que tenemos y que nos hace estar muy a gusto en el escenario». A fin de cuentas, como señala Martorell, «si pones el corazón y eres honesta en aquello que haces, te salga mejor o peor, la gente lo disfrutará y ahora está todo sobre la mesa para que lo podamos disfrutar», señala. Ese es, a fin de cuentas, otro tipo de amor, el amor por la actuación, y de ello va también esta obra, porque «el amor tiene muchas caras, pero todas son siempre amor», concluye la actriz.