La editora Pema Maymó (Manacor, 1974) acaba de coger las riendas de La Galera, del Grup Enciclopèdia y que está dedicada a la literatura infantil y juvenil. La nueva directora lleva años dedicada al mundo del libro, en sellos como Columna, Edicions 62 o en el área de Ficción Internacional de Planeta.
¿Cuál será su aportación como directora de La Galera?
—El objetivo de La Galera es recuperar el lugar que le corresponde en el sector editorial. Con mi incorporación, nos focalizaremos en hacer crecer el sello contratando nuevos autores y potenciando la creación propia, ampliando contenidos, recuperando aquellos títulos del fondo que consideramos parte fundamental del catálogo... Todo esto tanto en lengua catalana como en castellana, y sin perder de vista las tendencias internacionales ni la evolución en los intereses de los lectores.
¿Qué importancia tiene La Galera en la literatura catalana y en el aprendizaje de los más jóvenes?
—La Galera ha sido la gran escuela de lectura de muchas generaciones. Es un sello editorial en el que conviven clásicos, todavía vigentes, y autores consolidados junto a proyectos originales. Algunos títulos, disitinguidos con los premios Folch i Torres o el Joaquim Ruyra, forman parte del imaginario lector de diversas generaciones de niños. Estamos hablando de más de 50 años de historia y presencia en el mercado editorial, el equilibrio perfecto entre tradición y modernidad.
¿Qué hace que se decida a editar o, por el contrario, a rechazar un libro?
—Factores como la temática, el estilo, la adecuación del contenido con la edad al que va dirigido, el lenguaje, el humor (¡qué importante es en algunas edades!), la originalidad, la comercialidad, el perfil de lector de La Galera, son fundamentales, pero, sobre todo, busco que algo en esas páginas me capture, me conecte con los protagonistas y la historia. Todos los que amamos los libros conservamos el espíritu del pequeño lector que fuimos en nuestra infancia y ese instinto. ¡Casi nunca falla!
El catálogo de La Galera no contiene demasiados nombres mallorquines. Aparece solamente Gabriel Janer Manila.
—Cada director editorial de La Galera ha dejado su huella. En mi caso, la mirada probablemente sea más sensible a obras que surjan en Mallorca, pero siempre buscando la profesionalidad, la originalidad... ¡Si me enamoro del trabajo de un ilustrador no me importa si es de Manacor o de Trieste!
¿Cómo resume los años de trabajo en Edicions 62, Columna y Destino en catalán?
—Como una oportunidad profesional excepcional. Desde que aterricé en el sector editorial, procedente de la comunicación institucional, cada nuevo paso ha supuesto para mí un aprendizaje incalculable, desde Edicions 62 hasta estos últimos años en el área de Ficción Internacional de Planeta. Yo decido aceptar un trabajo si me supone aprender, salir de mi zona de confort.
¿Qué editores le han marcado en su tarea editorial?
—¡Uy, eso es como preguntarme si quiero más a mi madre que a mi padre! Voy a ser políticamente correcta porque lo siento así: de todos y cada uno de mis jefes o colegas he aprendido algo. Aprendemos de todo el mundo, incluso de quien menos te lo esperas. Si eres una persona abierta de mente, cualquier interacción con otro ser humano te aporta valor. Aunque, si algo me ha marcado en mi trayectoria profesional, fue conocer personalmente al que era un mito para mí, Josep Maria Castellet. Nuestra relación es algo que me llevo allá donde voy.
Hay editoriales gigantes, como Planeta, que incluyen muchos sellos, y pequeñas editoriales que luchan por encontrar su espacio. ¿Cuál considera que es la situación ideal para el lector?
—La situación ideal para el lector es entrar en una librería y disponer de una oferta amplia y de calidad donde poder elegir. Y esto, en nuestro país, es posible. La oferta editorial es inmensa y variada, y eso es así por la ambición y el riesgo de los sellos pequeños y las posibilidades económicas de las grandes editoriales. En la diversidad está el éxito del ecosistema editorial.
Debuta como autora con Supergermans (Superhermanos).
—Superhermanos es un libro para primeros lectores, de 6-7 años, con el que pretendía hacer reír a los más pequeños y a sus padres, con las aventuras de esos hermanos hartos de su hermanita pequeña que les ha invadido la vida. Empieza con mucho realismo e ironía, pero, a medida que avanza, adquiere un toque mágico de aventuras que espero que atrape a los lectores. Pero, sobre todo, que se lo pasen francamente bien con él. ¡Que la lectura y la diversión vayan siempre de la mano!