La escritora Lucia Pietrelli (Candelara, Italia, 1984) fue premiada ayer en Barcelona con el premio Lletra d'Or 2020 por la novela Lítica (Males Herbes), como mejor libro publicado en catalán durante el año 2019. Es un galardón sin dotación económica que se concede desde el año 1956 y cuenta en su palmarés con nombres tan ilustres como Salvador Espriu, Mercè Rodoreda, Baltasar Porcel, Pere Gimferrer, Blai Bonet o Carme Riera, entre otros. La autora, que vive en Alaró, ha publicado cinco poemarios y cuatro novelas. Con su estilo inconfundible, inquietante, lírico y detallista, Pietrelli presenta en Lítica la relación entre dos hermanas y plantea los misterios de la entrada en la vida adulta.
La nómina de ganadores del premio Lletra d'Or impresiona.
—Son escritores muy importantes. Es muy bonito que sea un premio independiente, desligado de empresas y editoriales, lo que le da un valor especial, sin desmerecer a los otros. Me hace mucha ilusión recibirlo, es un gran honor.
Es un premio donde el autor no se presenta a concurso.
—Al ser a obra publicada, no te presentas. Es el jurado quien te escoge.
Es usted la italiana más mallorquina de las letras catalanas.
—No me lo cuestiono. Ser italiana es un detalle. Lo mismo que vivir en Mallorca, no es más que una circunstancia. Son lugares por donde transitamos. Sí me reconozco más en la lengua catalana, pero me cuesta arraigarme o reconocerme como italiana o italiana mallorquina.
Buena parte de las novelas más sorprendentes de estos años en catalán son de mujeres y pertenecientes a su generación.
—Antònia Vicens escribió una vez que la pluma no tiene sexo. Es verdad que ahora hay muchas mujeres que son voces potentes, pero lo importante es valorar la obra en sí.
Es verdad, pero no hay que ser muy observador para darse cuenta de la renovación que suponen estas voces femeninas en la literatura catalana.
—Sí, reconozco que, últimamente, al pensar en mis lecturas, me están interesando más novelas de mujeres, pero creo que es una casualidad.
Los libros duran poco en los estantes de las librerías. Puede que este premio suponga una segunda vida para Lítica.
—Así lo espero. Las cosas van muy rápido. En las librerías, las novedades editoriales no dejan de sucederse y, a veces, es una pena porque no tienen el tiempo que se merecen.
En Lítica, usted crea un mundo particular, a veces inquietante. ¿Cómo define su novela?
—Es importante construir otro mundo. Es como encender la luz, iluminar un escenario, un mundo particular e inquietante y, cuando se acaba la novela, apagar esa luz. Escribir es crear otros mundos. Mi día a día no me interesa tanto. Me gusta crear mundos imaginarios que están relacionados con la realidad.
¿Habla de la literatura como refugio?
—Más que un refugio, es una expansión de la realidad, intentar ir más allá porque me aburre lo que ya conozco. Quiero expandir los límites de lo real. La literatura es, para mí, un lugar de libertad.
Para quien no la haya leído aún, ¿cómo presentaría su novela?
—Lo más importante es el espacio del bosque. Es una chica que encuentra en el bosque, al lado de su casa, el descubrimiento de otro mundo y cómo la vida puede ser algo más que lo que hay en el pueblo. De ahí, busco un nuevo punto de vista sobre aspectos como el amor.
Debe ser complicado enamorarse de una escultura.
—Sí, pero quizás puede llegar a ser el amor más seguro. La piedra no tiene pensamientos y es más transparente. En cambio, una persona puede esconderte algo. Puede ser difícil, pero solucionaría muchos problemas. Me gusta jugar con las exageraciones e hipérboles, para reflexionar sobre algunos temas.
¿Cuáles son sus proyectos literarios de cara a los próximos meses? ¿En qué está trabajando?
—Tengo un libro de poemas, más o menos acabado. A nivel de narrativa, estoy tanteando diversas ideas.
¿Tiene algo que ver, en la brevedad de todas sus novelas, su faceta de poeta?
—Es inconsciente. Soy obsesiva en las revisiones. Recorto sin parar, no sé añadir. Es mi proceso de creación. Una vez tengo mi primera versión, empieza a recortar. Puede que venga, en parte, del campo de la poesía. Sé recortar muy bien, pero no sé añadir.
Publicó Lítica en la editorial Males Herbes.
—Estoy muy contenta con el trabajo de Males Herbes. Tenía ganas de tener, al otro lado, un editor que se implicara, que criticara, sugiriera y cuestionara el libro. Como autor, aunque tengas la última palabra, a veces estás demasiado dentro y necesitas una lectura desde fuera. Estuvimos un año trabajando en la novela, que fue evolucionando.