Después de publicar la exitosa novela Les possessions (Premi Llibres Anagrama 2018), Llucia Ramis (Palma, 1977) regresa a la escena editorial con 50 llibres que m'han canviat la vida (Bruguera), que llega hoy a las librerías. Es un volumen ilustrado por Julio Fuentes donde la escritora y periodista rememora las anécdotas sobre la lectura de unos títulos que le han marcado para siempre, como El mar, de Blai Bonet; La història interminable, Michael Ende; La magnitud de la tragèdia, de Quim Monzó o Carrie, de Stephen King.
¿Cómo surgió la idea este ejercicio de memoria que es el libro?
—Fue una propuesta de la editorial (Bruguera). La idea era hacer un volumen ilustrado que hablara de libros e intenté pensar cuáles me habían cambiado la vida, explicar cómo me habían afectado y qué anécdotas podía contar de cada uno.
Es inevitable que, con la lectura de esta obra, apetezca leer esos títulos y leer en general. ¿Era su propósito?
—Mi intención era que fuera un diálogo o una discusión con el lector. Que el propio lector recordara los títulos que le habían cambiado la vida o que opinara sobre los que yo cito, por ejemplo. Más que una guía, quería estimular lecturas.
¿Es verdad que conoció personalmente a Bolaño y que mantuvo correspondencia con Houllebecq ?
—Sí. En ambos casos llegué a ellos por trabajo. Respecto a Bolaño, coincidí con él en un congreso de literatura latinoamericana que se celebró en Sevilla; mientras que con Houellebecq nos escribimos cuatro o cinco correos electrónicos.
En el libro incluye cuatro novelas distópicas. ¿Tendremos un ‘boom' de esta literatura por el coronavirus?
—El año que viene ya habrá muchos títulos y tendremos tema para largo. En mi opinión, el problema es que no tenemos una perspectiva correcta para hablar de ello, lo tenemos demasiado cerca y no sabemos qué pasará. Creo que tenemos que dejar enfriarlo, auque algunos dirán que es mejor escribir en caliente. Sí que podemos reflexionar sobre el confinamiento, pero no sobre la pandemia. Lo interesante de la ciencia ficción es que utiliza el futuro posible para hablar del presente. De esta forma, sería usar el presente para hablar de futuros posibles, un error.
¿Trabaja en una nueva novela?
—Sí, precisamente una parte está basada en el confinamiento. Su punto de partida es el amor como ficción, pues nos enamoramos por una ficción: el primer amor, el amor del fan o admirador, el amor platónico... Me pregunto qué hay de verdad en ellos y qué hay de ficción. No creo que la novela esté lista hasta dentro de un año.
Cunando habla de En busca del tiempo perdido hace referencia a una palabra nueva para aquella época, ‘postureo'. ¿Existe el postureo literario?
—Sí, claro, pero no creo que sea algo malo del todo, porque crea y motiva un movimiento alrededor del libro. La literatura no tiene que ser elitista. En todos los ámbitos de creación, como la música o el cine, hay una parte más erudita pero otra más popular.
¿Se considera ‘postureta'?
—No soy nada esnob. Creo que mucha gente piensa que una manera de hacerse respetar es ser pedante, pero no es mi caso. Por la misma razón de que el Quijote no se toma en serio a sí mismo es un libro tan impresionante, por su valentía de libertad total. Es la mejor o una de las mejores novelas escritas y una de las lecturas más hilarantes.
¿Es una defensora del papel?
—Totalmente, además no podría haber publicado este libro si no pudiera haber leído los que cito allí en papel. Curiosamente, lo digital ha desplazado el periodismo de papel, pero, por contra, el libro físico ha sabido defenderse muy bien y conservarse.
¿Se publica demasiado?
—Es un mercado y es un sistema que, como todos, considera que cuanto más mejor. Eso hace que los libros tengan una vida muy corta, de unos tres meses y el lector no tiene tiempo de llegar a ellos.