El escritor Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) fue finalista del último Premio Planeta con la novela Alegría. Esta tarde, a las 20.30 horas, hablará en público con Javier Cercas, en el claustro de Santo Domingo de Pollença. La cita supone retomar las charlas conjuntas de los dos autores desde el parón, en febrero, por el coronavirus. «Hace tiempo que no actuamos juntos, la última vez fue en Oviedo», recordó ayer Vilas, quien señaló que «pudimos hacer la parte más potente de la gira (del ganador y finalista del Planeta), de noviembre hasta Navidades, después perdimos el 23 de abril de Barcelona, la Feria del Libro de Madrid y la parte latinoamericana. Nos ha afectado mucho».
En la novela, de carácter autobiográfico, el narrador se da cuenta en un viaje a Chicago, con su hijo, que la alegría es mejor que la felicidad. «La vida sigue siendo un misterio, que está emparentado con un sentimiento lógico, atávico y primitivo que es la alegría, que no tiene una razón social o cultural, sino biológica», apuntó el oscense. Vilas matizó que «me interesaba menos la felicidad, coyuntural, y que en las sociedades occidentales pasa por el éxito laboral, económico, social o sentimental, que la alegría, biológica, y me permitió descubrir ese misterio de la persona que sólo por respirar, ver la luz del sol o mover las manos, siente que el reflejo biológico de la vida es suficiente para entrar en la vida».
Laico
Vilas aclaró que «nada tiene que ver esa alegría con Dios, es un sentimiento absolutamente laico», y comentó que «en un momento de la novela, el narrador también se enfrenta al vacío y, en ese punto, la única fuerza que él ve para salir adelante es el amor a sus hijos y darse cuenta de la que vida está dentro de su cuerpo, pero no necesita a ningún dios». La familia está presente en la novela como un pilar de la existencia. «La idea del amor está en la familia, donde todavía existen relaciones de carácter humano sin necesidad de que sean de carácter mercantil», indicó Vilas, quien asumió que «el instinto de un padre o una madre por sus hijos tiene un código genético muy fuerte y, a ese código, un escritor lo llama amor».
Manuel Vilas vive en Madrid y nació en Barbastro, un lugar azotado, como buena parte de Aragón, en este momento por el coronavirus. «Es preocupante. Parece que el virus elige una ciudad o un país y se ceba. Intentamos buscar teorías en función de donde ataca cuando realmente no hay ninguna», afirmó el escritor, quien añadió que «antes era Madrid, ahora Aragón. Buscamos explicaciones políticas de cómo ataca un sitio, pero lo que sucede es que no acabamos de entender cómo funciona el virus. Seguimos intentando racionalizarlo todo con normas sociopolíticas. Nos pasamos la vida interpretando».
La importancia del suceso sanitario ha condicionado el argumento de la próxima novela del autor. «Me he puesto a escribir una novela donde el confinamiento es el telón de fondo. Hemos vivido algo de una gravedad muy relevante y seguimos metidos en lo mismo. Van a cambiar muchas cosas», avanzó Vilas, quien aseguró que «hemos visto un acontecimiento de carácter universal y no era una guerra, no sabíamos qué era y seguimos sin saberlo, los recursos de la ciencia y la medicina no son suficientes para entender lo que tenemos delante». En ese sentido, el literato aceptó que «los escritores nos alimentamos de las cosas terribles que acontecen en el mundo. He visto en la pandemia grandes posibilidades literarias, en esta próxima historia se verá la transformación de los personajes a causa del virus».
Inspiración
De la elección de buscar la inspiración literaria en la propia vida, dijo que «todo lo que pueda servir para conocer, exaltar, intensificar y comprender la vida, me parece legítimo», y argumentó que «si la autoficción representase una agresión o rencor, al usar los sentimientos negativos autobiográficos, entonces me surgirían problemas morales».
Vilas concluyó que «mi intención última, como escritor, es crear en mis novelas una representación expresiva e inteligente de la vida», y expuso que «la literatura está al servicio de la vida, es una imitación interesante, nos emociona porque nos explica la vida y una novela no dice nada que no esté ya en el corazón del lector».