Miquel Brunet parecía haber explorado todas sus posibilidades antes de publicar 'Missa del descreure', un proyecto complejo protegido por una sólida orquestación. Detrás de una pulcra vitrina, el pianista, compositor y productor ha colocado catorce piezas que suscitan emoción, evidenciando que su relación con la creatividad sigue siendo muy fértil. El escepticismo y la decepción, plasmados en un manifiesto musical que recoge la crisis de fe en el ser humano por la que atraviesa su autor, son el viento que hincha las velas de este trabajo, publicado por Ona Edicions Musicals.
Como compositor, Brunet maneja con fantasía melódica un arsenal de recursos. Domina las técnicas de vanguardia, pero no corta sus lazos con los sonidos clásicos. De lo contrario supondría una renuncia a su huella creativa. El resultado es una obra precisa, de sonoridad sorprendente. Y novedosa. No en vano, en su concepción original, las misas se acompañan con las voces de un coro, que brilla por su ausencia en este trabajo. Su silencio lo utiliza el autor para simbolizar «el desprecio de las élites políticas hacia los ciudadanos».
Brunet pone esa tensión al servicio de un libreto con perfiles inquietantes: «Me interesaba hablar de la manipulación de las masas ejercida desde el poder y con el control de los medios audiovisuales, así como del abuso de las redes e internet, que en sí no es malo, pero al estar controlados por unos pocos individuos y entidades pueden abocarnos a un nuevo totalitarismo».
Observarán que el mensaje que desliza 'Missa del descreure' es una invitación en toda regla al librepensamiento, «evitar que la humanidad tenga librepensamiento se ha intentado y conseguido históricamente, comenzando por la quema de libros por parte de la Santa Inquisición».
La estructura y métrica de este trabajo dejan claro que, para su autor, no existen los límites creativos. Su mixtura de géneros, con la incorporación de «sintetizadores modulares que descubrí en los setenta con Wendy Carlos, Isao Tomita y Emerson, Like & Palmer» son el mejor vehículo para sumar riqueza y perfección a un disco ya de por sí complejo. Pero, que nadie se equivoque, no se trata de lucir ‘palmito virtuoso', sino de reafirmar el compromiso con los desafíos que se plantean en los límites de lo novedoso.
Y, como buen alquimista, Brunet aprovecha todos sus recursos para atrapar al oyente con sonidos dotados de una poderosa vis narrativa, que otorgan, además, equilibrio a la fusión entre texto y música.
Un apartado que sale reforzado al contar con la soprano Sofia Domènech y el barítono Joan Miquel Muñoz, quienes no dejan al azar ni un matiz vocal y brindan a ‘Missa del descreure' de un grácil sentido ‘cantabile'.
Por otra parte, y, pese a su condición de ateo, Brunet reconoce una cierta fascinación hacia la misa «como una forma musical más, por su carácter melodramático, el vestuario, el simbolismo, la escenificación y la teatralidad. Desde mi adolescencia ya la vivía más como un espectáculo músico-teatral que como una ceremonia de fe religiosa», reconoce. Missa del descreure se presentará en sociedad el próximo 11 de julio, «tenemos previsto hacer una audición-coloquio en el exterior del estudio Ona Edicions en Bunyola». Más allá, cuando las circunstancias sanitarias mejoren las condiciones de aforo, «pensamos realizar un montaje músico-teatral con una escenografía impactante».