Los murales de Montenegro, en el Parlament, son una joya pictórica no muy conocida por el gran público que se halla en un edificio público. El pintor mexicano Roberto Montenegro, que ha dado nombre a la sala donde se ubican, decoró la sala a la que dio nombre y que justo ahora hace un siglo terminó. Mallorca atrae a miles de turistas gracias a iconos arquitectónicos como la Seu de Mallorca, el castillo de Bellver o la Lonja. Pero hay vida más allá de estos emblemáticos ejemplos del patrimonio arquitectónico, así que hemos preguntado a cuatro expertos cual sería, para ellos, el ranking de obras artísticas que deberían conocerse.
La doctora en Historia del Arte de la UIB Catalina Cantarellas; la directora del Museu de Mallorca, Maria Gràcia Salvà; el galerista Joan Oliver Maneu y la historiadora del arte Margalida Tur han elaborado su lista de tesoros artísticos.
Catalina Cantarellas ha hecho un listado de las diez obras que están ahora al alcance del público o que tendrían que estar digitalizadas, caso de la colección fotográfica del Arxiu del So i la Imatge del Consell de Mallorca. En su ranking también incluye el ángel de La Mercaderia de la Llonja, el retablo de Sant Bernat del Museo de Mallorca, el Llibre dels Reis o dels Privilegis (Arxiu Regne de Mallorca), los candelabros Matons y el retablo del Corpus Cristi, ambos en La Seu, el mosaico de la basílica de Son Peretó del Museo de Historia de Manacor, la escultura Monument a la Dona de Joan Miró en s'Hort del Rei, o el conjunto de pinturas de Antoni Gelabert en Can Balaguer, además del friso de Montenegro en el Parlament.
Lujo local
Maria Gràcia Salvà barre para su casa y, como buena conocedora del fondo del Museo de Mallorca, enumera un buen número de tesoros de la entidad: el tresoret islámico (conjunto de joyas de oro y piedras semipreciosas), el retablo de San Bernat, los tesoros griegos escondidos bajo el agua en cala Sant Vicenç, la escultura Mars Balearicus, el conjunto bizantino de Santueri, la cerámica de La Roqueta o la obra pictórica de Joan Junyer. También destaca la intervención de Miquel Barceló en La Seu y La Lonja como edificio. Salvà señala que «aún nos falta abrir la sala de Arqueología y haremos exposiciones para ir sacando las obras que tenemos en nuestros fondos». Salvà destaca «el lujo de tener la Fundació Pilar i Joan Miró, dedicado en exclusiva al pintor».
Margalida Tur ha dirigido La Gran Enciclopèdia de Mallorca, editada por el Grup Serra, así que tiene un profundo conocimiento de las obras artísticas mallorquinas: «Hay objetos de nuestro patrimonio que no siempre están a la vista del público y, por el contrario, hay monumentos o esculturas en la calle dejadas de la mano de Dios». Señala que el arte del siglo XIX y principios del siglo XX está desperdigado y se puede encontrar en Es Baluard, el Parlament o el Consell de Mallorca. En su ranking destaca el mosaico de Baleria; el Sant Crist de la Sang del convento de Sant Bartomeu (Inca); Desolació de Llorenç Rosselló; el baldaquino de Gaudí en la Seu; la Escena de la Guerra Civil Española de Wilfredo Lam, en Es Baluard; los grafitos de Joan Miró en Son Boter; la Maternitat de Marius Vives; Nancy , de Alexander Calder; o la escultura Sin título de Manolo Paz, situada en el Puig de Sant Pere.
Más contundente ha sido Joan Oliver Maneu. El galerista afirma que el primer puesto de su lista lo ocupa el retablo de Sant Jordi de Pere Niçard, al que le sigue Paisatge de Mont-Roig de Joan Miró (Es Bañuard); Desolació de Llorenç Rosselló; Santa Anna, María i Jesús de Pere Terrencs; el óvalo central del hemiciclo del Parlament, obra de Ricard Anckermann; La cala encantada de Joaquín Mir; La procesión del Corpus de Antoni Gelabert (colección particular); Fossar de Pedres, de Santiago Russinyol (colección Sa Nostra); L'Illa Daurada de Bernareggi; y Fifteen holles de Miquel Barceló, en Es Baluard.
Dice que «Mallorca es el lugar donde hay más cuadros por metro cuadrado por pared, pero todos juntos no valen ni lo que hay en un apartamento de París de alguien como los Rothschild», la conocida familia de coleccionistas. «El problema es que tenemos la mayor parte de pintura local y muy poca pintura internacional. Había un Picasso y se lo llevaron. Sacas a subasta un Cezanne, un Monet, un Renoir y dos Kandinsky y todo lo que hay en Mallorca no vale tanto». Eso sí, hace una salvedad con Miquel Barceló, aunque «no tiene una cotización internacional al nivel de Basquiat». «Aquí vivimos en una pequeña burbuja. Nos compramos y vendemos entre nosotros mismos», señala mientras elogia la Catedral, la Lonja, el castillo de Bellver, el Gran Hotel y Es Baluard «porque tiene artistas de nivel internacional». Su preferido de entre todos los ‘mallorquines' es Joan Miró. Todo un clásico que se tiene en alta estima.