¿Qué panorama dejará la crisis sanitaria en la música en directo? Es la gran pregunta que tiene en vilo a los profesionales del sector, que ven peligrar su sustento. Pero también al consumidor, que teme enfrentarse al fin de la música en directo tal y como la conocíamos. Lo cierto es que todo volverá a su cauce, aunque la diligencia con la que se gestione el proceso determinará la supervivencia del sector.
Las promotoras, como el resto de la sociedad, se enfrentan a una situación crítica. Pocas saldrán indemnes, la mayoría quedará tocada o será engullida por la crisis. En el peor de los casos, habrá quien ni lo intente por miedo al fracaso. El desánimo comienza a flotar en el ambiente de este gremio que cuenta con la responsabilidad de ofrecer uno de los formatos de ocio más populares entre la ciudadanía. Eduard Reig, de la promotora Redbellion, comparte su opinión al respecto.
«El panorama es catastrófico a todos los niveles. Promotores, salas, festivales y un montón de autónomos van a pasarlo aún peor de lo que ya estamos sufriendo ahora mismo», expresa Reig, que comparte sus previsiones más agoreras sobre la recuperación del sector. Como medida de choque, el gobierno ha propuesto un programa por fases que contempla la apertura de cines, teatros y salas de conciertos a corto plazo. Una medida que, a priori, debería beneficiar al sector. «Tendría que ser una buena noticia, pero en las condiciones que se plantea es insuficiente y errónea a mi parecer. Ha faltado dialogo con el sector». Reig se refiere a las limitaciones de aforo que mermarán la obtención de beneficios. «Ahí está la clave que hace inviable económicamente programar cualquier concierto o festival con un mínimo de garantías. Si antes ya era complicado, con las reducciones de aforo se convierte en inviable», lamenta.
Recientemente, el promotor ha publicado en redes sociales un manifiesto en el que comparte su opinión sobre el escenario que dejará el coronavirus, titulado Reflexiones de un pequeño productor confinado. En su escrito equipara la crisis sanitaria con el escenario que nos dejó el 11S:
«Me parece una analogía muy clara. Si no aparece pronto una vacuna, el sector tal como lo conocemos va a reconvertirse o a desaparecer en su formato actual. Cuando empiezas a ponerle trabas al ocio desaparece como concepto y eso es muy peligroso. ¿Vamos a ir a un concierto con mascarilla, sin tocarnos ni abrazarnos? Yo no lo veo. La socialización más extrema se produce en este tipo de actos, y eso va a ser muy difícil de controlar». Una solución hasta que llegue la normalización sería el formato de música en directo vía streaming, pero «no acabo de verlo, un concierto por televisión por muy buena realización que tenga pierde la magia».
Corren malos tiempos para la lírica. La capacidad del promotor, sometida a un riguroso control de aforo, deja maniatado y herido de muerte al sector. Hay que recordar que programar un concierto requiere un trabajo previo de varios meses, además de una fuerte inversión económica en concepto de adelanto de caché y campaña de promoción. En esa tesitura, «no veo nada claro el futuro a corto y medio plazo, requiere tener una previsión económica de la que la mayoría de promotores no disponemos».