«Mi madre siempre me contó que mi abuela fue una gran artista y cantante, y así es como la recuerdo yo; para mi madre, mi abuela fue la persona más importante de su vida, y lo sigue siendo para mi familia». Son palabras de Miguel Ángel Lozano (Palma, 1962), nieto de la mallorquina Maria Forteza, quien, en base a las primeras investigaciones, fue la primera mujer española en dirigir una película sonora, titulada Mallorca (1933-1934), un cortometraje hallado esta semana en la Filmoteca Española y que ha causado un gran revuelo mediático por su importancia histórica, sobre todo en el contexto del cine y el espectáculo de Mallorca.
Miguel Ángel Lozano conoció la noticia sobre el descubrimiento del cortometraje Mallorca, dirigido por su abuela y producido por su abuelo, Ramón Úbeda –natural de Barcelona–, esta misma semana. En concreto, este miércoles cuando «fui avisado por un amigo mío, no me lo podía creer». Mallorca supone un doble homenaje, a la isla y a la obra de Isaac Albéniz, muy ligado a la Isla. «Yo sé que la música era una de las grandes pasiones de mis abuelos, por eso no me extraña nada que esta película esté dedicada a Albéniz».
De hecho, la música y el espectáculo fueron claves en la trayectoria de su abuela, Maria Forteza, quien residió, en aquellos años –finales de los 20 y principios de los 30–, a caballo entre la Isla y Barcelona junto a su marido. Lozano recuerda: «Sé que mi abuela era colaboradora de las películas de mi abuelo [Ramón Úbeda], pero no sabía, ni sabíamos, que mi abuela había dirigido este cortometraje». En cambio, sí que conocía su nieto la trayectoria artística de su abuela, que murió en el año 1961 en Mallorca a la edad de 48 años aquejada de una «dura enfermedad pulmonar». Un año después, en 1962, Miguel Ángel Lozano llegó a este mundo.
«Mi abuela era una gran cantante, muy guapa, cantaba muy bien. Actuaba en zarzuelas, era cantante de cuplés y eso fue lo que siempre me transmitió mi madre», prosigue el nieto de la artista, que es profesor del Conservatori de Palma. «Mi abuelo, Ramón Úbeda, también era una gran intelectual, muy leído e instruido, le gustaba el cine, la música». Además, Forteza y, sobre todo Úbeda, «eran muy de izquierdas, muy republicanos; tanto es así, que todas las cartas que llegaban a casa de parte de mi abuelo estaban escritas en catalán, el tema del catalán era muy importante para él».
Guerra Civil
Precisamente, esa cercanía a la izquierda les causó problemas cuando estalló la Guerra Civil en julio de 1936. «El inicio del conflicto les cogió en Barcelona. Como mi abuelo era republicano, le detuvieron y lo mandaron al frente a filmar para el Régimen». Y una nueva sorpresa: «Mi abuelo fue quien filmó la Batalla del Ebro». Una vez finalizada la Guerra Civil, y gracias «a una amiga de mis abuelos que era de derechas, consiguieron que les dejaran libres y se fueron a vivir a Lisboa durante diez años».
Allí, en la capital de Portugal, Maria Forteza continuó desarrollando su carrera artística. «Al llegar allí pasó de cantar cuplés a cantar fados, era una época en la que allí en Lisboa había una gran colonia española, como políticos de la República, y ella y mi abuelo tuvieron grandes relaciones y amistades», cuenta Lozano. Forteza llegó a cantar «junto a una de las grandes, Amália Rodrigues, que es conocida como la reina del fado, llegaron a ser muy amigas». Mientras, «mi abuelo siguió dedicándose al cine».
Llegó el año 1950 y la pareja abandono Portugal, pero cada uno con un destino diferente: mientras Maria Forteza regresó a Mallorca, «mi abuelo partió a América y nunca regresó para quedarse, solo hizo varias visitas, pero a Barcelona, a la Isla nunca regreso». Además, «mi madre me dijo que se separaron en el sentido de que rompieron su matrimonio, pero no me contó más».
Pero Forteza «estaba enferma cuando era muy joven, una enfermedad pulmonar rara que no tenía solución». Murió a los 48 años y «mi madre lo pasó muy mal; lo que más he sentido estos días es que mi madre no pudiera conocer esta noticia, murió hace solo dos meses», lamenta Miguel Ángel Lozano, a quien le encantaría que, desde Mallorca, se recordara a su abuela, una figura que hay que «reivindicar».