Es la mente que está detrás de uno de los mayores éxitos de la ficción de los últimos años, La casa de papel. Él es Álex Pina y, aunque cuenta con un currículo envidiable que incluye series como Vis a Vis o El embarcadero, es la citada serie de Netflix la que le ha lanzado al estrellato. El día 15 de este mes estrenará en el gigante del streaming su nueva apuesta, White Lines, que se rodó en Mallorca en 2019. Está protagonizada por Laura Haddock, Juan Diego Botto y Marta Milans.
Aunque White Lines está ambientada en Ibiza, la mayor parte de la serie se ha rodado aquí en Mallorca.
—La serie se desarrolla en Ibiza, es cierto, pero optamos finalmente por rodar en Mallorca por las facilidades que se nos daban en la Isla. Sobre todo, en temas de permisos y la colaboración con la Mallorca Film Commission. Es un plató espectacular, lleno de posibilidades.
¿Cómo ha sido rodar en la Isla?
—Ha sido maravilloso. Hemos rodado en muchísimos sitios y diría que más o menos por toda la Isla. Vi que la prensa local estaba constantemente publicando noticias sobre los lugares donde estábamos filmando. Yo creo que lo que ofrecen, tanto Eivissa como Mallorca a la hora de rodar una serie, son muchísimos elementos, que van desde playas, calas, montañas, clubs... Hemos rodado en chiringuitos con música, en las salinas de Eivissa, en muchísimos lugares que hacen que la serie tenga un valor muy diferente, porque sus paisajes aportan espectacularidad.
Después de éxitos como 'La casa de papel', 'Vis a Vis' o 'El Embarcadero', ¿dónde nos lleva ahora con 'White Lines'?
—La serie se inicia en la actualidad y la trama estalla cuando aparece el cadáver de un DJ de Mánchester que vivía en Eivissa, Axel, más de veinte años después de su desaparición. Entonces, su hermana decide traladarse a la isla para descubrir qué ocurrió y quién mató a su hermano. Entonces, la serie da saltos en el tiempo, es su forma narrativa, con una parte de la trama situada en en el año 1996 y otra en la actualidad, en este 2020. Es la búsqueda de la verdad sobre el asesinato de Axel y también una búsqueda de la propia identidad, tanto de Axel en los 90 como la de su hermana Zoe hoy en día.
Como en todas sus ficciones, siempre hay una historia detrás de la historia. ¿Es así en White Lines?
—Lo que se esconde es la parte subliminal de la serie, lo que llamamos calado. Es una serie sobre Eivissa y por eso tenia que ser muy hedonista, en la superficie ves el entretenimiento puro y se busca eso, pero debajo de eso hay cierto calado. Habla sobre la identidad, lo genuino de las personas y en qué nos hemos convertido. Ocurre lo mismo con Eivissa, que pasó de ser un refugio hippy en los 70 y 80 a convertirse en una isla hedonista, de entretenimiento, de fiestas y drogas. La isla es otro personaje.
Sus series son garantía de éxito, sobre todo gracias al fenómeno de La casa de papel. A la hora de abordar un proyecto, ¿siente algún tipo de presión? ¿Tiene miedo al fracaso?
—Cuando hacemos una serie, estamos pensando en hacerla de la mejor manera y que sea lo más digna posible. De hecho, entre los éxitos que hemos tenido, en el caso de La casa de papel nos llegó después de que se emitiera en abierto en España. Cuando me pongo a escribir, al menos en mi caso, no espero llegar a mucha gente, pienso en hacer un producto coherente, diferente, que tenga cualidades que aporten algo a la ficción, ya que hoy en día todo está absolutamente clonado. Intentamos que sea diferente, pero no siempre ser diferente implica éxito, preferimos que aporte algo que no éxito, aunque si se juntan es maravilloso.
Entonces, ¿qué tiene White Lines que la diferencia de otras series?
—White Lines es muy divertida y tiene un punto muy hedonista, la parte oscura que todos tenemos dentro. Los personajes son muy singulares. Es una historia de cierta oscuridad, tejida de temas como la fiesta, el mar, las discotecas, la droga, el sexo, barcos. El secreto es hacer una ficción divertida y diferente con un alto nivel de comedia y transgresión. El humor era clave, es una forma de llegar a más gente.
Sus personajes suelen tener muchas capas. ¿Cómo los ha construído en esta ocasión?
—Es lo más importante cuando escribes una serie, construir personajes que no sean comunes, pero sí reconocibles. Intento que hagan cosas normales, pero con una capa de excentricidad en sus pensamientos y tesis desde una perspectiva cómica y emocional muy fuerte.
El público es capaz de ‘devorar' una temporada en un día.
—Mejor en un día que en dos años, ¿no? Es la capacidad de adicción que generamos...