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Pandemia de coronavirus

Los artistas de Mallorca sobreviven al encierro habituados «a la incertidumbre»

De izquierda a derecha, arriba: Aina Bestard, Anapurna, Grip Face. Abajo: Marina Planas, Rafa Forteza, Tià Zanoguera.

| Palma |

Los artistas de Mallorca no notan en exceso el confinamiento. Acostumbrados a pasar horas en el estudio o incluso encierros y clausuras artísticos, pasan las jornadas con trabajo, adelantos y buscando vías de expresión. Su sector se caracteriza por ir día a día y están más que habituados a la fragilidad y la incertidumbre que acecha ahora sobre ellos.

La ilustradora Aina Bestard sigue «trabajando en casa en un libro y proyectos que tenía parados». «O trabajo o me vuelvo loca», exclama y se muestra consciente de que en su sector «siempre tenemos que reinventarnos por lo que creo que estamos un poco acostumbrados». Lo dice desde la experiencia: «Pasé del mundo de los zapatos al de la ilustración con la crisis de 2008 y ahora pongo en práctica lo que aprendí».

Otra que no para es Anapurna [Ana Sainz Quesada] quien asegura estar «trabajando tanto que no tengo tiempo de aburrirme». Compagina las clases que imparte con su labor creativa y confiesa que, en cierto sentido, «el confinamiento me ha venido bien porque dos trabajos requieren mucho tiempo». Detalla que «por las tardes, en lugar de ir a tomar unas cervezas, adelantas trabajo» por lo que su «cuarentena, creativamente, está viniendo muy bien», aunque en ocasiones echa de menos el poder ir a dar un paseo, lo que le hace «estar menos receptiva».

Al artista conocido como Grip Face [David Oliver], por otra parte, ya le tocaba «una temporada de estar autoconfinado, así que me he puesto productivo». Tampoco deja tiempo para el aburrimiento con «los dos años de proyectos por delante» que está llevando a cabo por lo que le ha venido bien «tener el estudio en casa». En su caso, mantiene «contacto con el tejido internacional» por tener varios proyectos en el extranjero», lo que le permite «comprobar el avance del virus» y tener una imagen general de la situación de todo el sector.

Apagando fuegos

El caso de Marina Planas es distinto. Con el traje de bombera está «apagando fuegos» en Casa Planas: «gestionamos un ERTE y las pérdidas que hemos tenido» a las que sumamos «las de verano, porque nuestra temporada es primavera-otoño». Aun así, se siente afortunada «por tener un perro, un gato y una pareja» con la que pasar el tiempo, aunque tiene claro que «los perjudicados serán las clases bajas y el sector cultural. Desafortunadamente en España la cultura parece que no tiene valor».

Para Rafa Forteza, el encierro se ha convertido en la continuación de «un confinamiento artístico en Pasadena tras el cual llegué aquí para que me recluyeran otra vez». Aunque lo toma con filosofía: «Los artistas tienen la ventaja de que no les cambiará mucho el quehacer». Dedica tiempo a la reflexión y critica las exposiciones virtuales porque «no son exposiciones. No es lo mismo ver Las Meninas por pantalla, hay que oler la obra, enfrentarse al espacio» y lo ilustra con el siguiente ejemplo: «Es como si digo ‘te doy un abrazo'. Y un pimiento. El abrazo es acercarse y oler el perfume que llevas».

Por último, Tià Zanoguera ha decidido adaptarse a los tiempos que corren: «Tengo una habitación que es un estudio-oficina, así que puse un plástico en el suelo y a pintar». Estos días está realizando retratos a los que coloca una corona sobre la cabeza, una suerte de homenaje «a los que dan un plus por sacar esto adelante». Un proyecto que para Zanoguera, además de «ser bonito me mantiene cuerdo», comenta.

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