El doctor en Filologia Catalana y profesor en la Universitat de les Illes Balears Nicolau Dols (Palma, 1967) ha publicado varios estudios sobre lingüística y también ha traducido obra de autores como Blai Bonet o Fernando Pessoa. Reacio a publicar su propia poesía, según él mismo confiesa, ahora lo hace por primera vez. El poemario se titula Feliç (Godall Edicions) y cuenta con un prólogo de Jordi Llavina y un epílogo de Biel Mesquida.
¿Por qué publica ahora?
—Es un libro que se ha estado haciendo durante 30 años. Soy muy reacio a publicar poesía. Siempre digo que soy un trabajador de la literatura, pero siempre estoy detrás. No rehuiré de la responsabilidad; este libro se ha publicado porque ya me va bien que así sea. Pero algunos amigos me recomendaron que lo hiciera, como Jordi Llavina y Biel Mesquida. Además, me gusta el concepto de la editorial de slow books.
Y usted practica el slow writing.
—Exacto. Es el concepto básico de este libro y, sobre todo, de la primera parte, que son los poemas sapienciales y que hablan, en cierto modo, de la felicidad, desmarcada de la euforia.
Si ha estado haciendo este libro durante 30 años, hay partes que son de esa época también.
—La última parte, Els set dies de Serena, está escrita entre 1988 y 1992. ‘Serena' juega con el serena de nombre propio, inventado claro; la serena de la noche y también el adjetivo femenino de sereno, que habla sobre la tranquilidad y la felicidad. Es un juego de sonetos en los que se hace referencia a los siete días de la creación según el relato genésico. Por cada día trabajo unos elementos estéticos. El primer día, por ejemplo, es la luz; el segundo, la separación de las aguas... Por otra parte, también se explica la historia de dos amantes que se encuentran, la evolución de su relación y el final.
¿Por qué elige el título de Feliç?
—Como decía, la primera del poemario está formada por 22 estrofas sapienciales y los versos finales empiezan siempre con feliç aquell, basado en el tópico latino beatus ille. No diré que narren una historia, pero se tienen que leer por orden, ya que hay un hilo, que es la vida. Así, narran desde el nacimiento hasta la muerte, pasando por el descubrimiento del mundo, la plenitud y la decadencia.
¿Hablan entonces de la felicidad?
—Sí, pero desmarcada de la euforia. Hoy en día hay un problema y es que todo el mundo busca la euforia, incluso a la hora de publicar. Se trata de momentos de gran agitación, momentos muy recompensantes pero que duran poco. Creo que publicar demasiado también nos lleva hacia esta literatura de consumo. En concreto, se publica demasiada poesía.
Vivimos en una sociedad fast food.
—El fast food es euforia. El slow writing puede conducir a la felicidad, más duradera y que poco tiene que ver con la euforia. De todas maneras, éste no es un libro de autoayuda. El concepto de autoayuda es una cojonada de concepto, pero todos los libros son de ayuda si a uno le gusta leer. Era el momento de hacer un libro de poesía serena que no hable en absoluto de mis miserias sentimentales, algo que siempre me ha dado grima. Yo no escribo poesía para mostrar mis sentimientos, sino para provocarlos.
¿Y de qué trata la segunda parte?
—Es un intermezzo titulado El vent dins la pineda, formado por lüshis, una estrofa china. Todos hacen haikus y nadie hace lüshis. En catalán solo me constan los traducidos por Marià Manent. Un lüshi es una estrofa de ocho versos, en chino son de cinco sílabas, pero en catalán no caben y lo he hecho en decasílabos.
¿No ha publicado poesía hasta ahora debido a esa inflación?
—Durante toda mi vida he hecho todos los esfuerzos por no publicar mi propia poesía. No tengo ni pizca de interés en publicar poesía. Es algo que me gusta mucho escribir y la voy almacenando. Hasta ahora he disfrutado mucho controlando quién leía este libro o sus diferentes partes y qué reacción tenía. Por tanto, la distribución era entre los amigos y me gustaba que me dijeran esto está bien o cambiaría esto otro.
Ya publicarán otros.
—Salvando infinitamente las distancias, Pessoa, a quien traduje Llibre del desassossec, cuando murió solo había publicado un libro. Se ha de escribir, pero publicar que lo hagan otros, los editores. En este caso, es una editorial pequeña, pero muy profesional y estoy muy contento.