Su pasaporte está repleto de sellos y, sin embargo, siempre tiene un hueco para Algaida, su pueblo. El día 19, el compositor Joan Valent ofrecerá un concierto gratuito en la iglesia de la localidad (18.30 horas), donde Ars Ensemble y la soprano Maia Planas interpretarán los temas de su último disco, Poetic Logbook, editado por Deutsche Grammophon. En ese mismo concierto estrenará dos piezas de su próximo trabajo, Poetic Logbook II. Será un LP en el que cambie la inspiración mediterránea por los sonidos de América. Respetado compositor clásico, su ficha de IMDB está repleta de trabajos con directores de cine como Álex de la Iglesia o Alejandro González Iñárritu.
¿Por qué dejó México para volver a su Algaida natal?
—Mi carrera se desarrolla en EEUU, México y Europa. El hecho de venir aquí hace año y medio supuso un punto de inflexión en mi vida profesional para recuperar y engrandecer mi propio sentido musical. Durante años he hecho muchas películas y he sentido que me he copiado a mí mismo en cierto modo. Decidí parar, dejar el cine y dedicarme a escribir, que es de donde sale este disco, Poetic Logbook.
¿Por qué celebra un concierto gratuito en Algaida?
—El 28 febrero saldrán dos singles de Poetic Logbook II. En verano grabaremos el resto del disco, y comenzaremos la promoción y la gira mundial. No había hecho ningún concierto en Mallorca y quería hacerlo para mi pueblo. Le debo mucho a Algaida desde el punto de vista emocional. Siempre que estoy fuera es mi punto de referencia geográfico más puntual. Cuanto estoy en China, México o Los Ángeles y tengo algún vacío espiritual, lo que lo llena es pensar en Algaida. Quería devolver eso y hacer un concierto para la gente de allí y hacer un estreno de dos de los temas del próximo trabajo.
En la primera parte de la trilogía de 'Poetic Logbook' hace un recorrido por la música y los poetas mediterráneos. ¿Qué temas tocará en esta segunda parte?
—Es la continuación de un recorrido emocional por los poemas que han formado parte de mi fondo intelectual. La poesía es lo que hace al ser humano más humano. En el primer disco ponía música a los poemas de Pedro Salinas o Dylan Thomas. En este segundo disco quería ponerles música a poemas de Octavio Paz, Neruda, Benedetti, Burrows o Walt Whitman. Pero siempre tengo un rincón para la poesía catalana y balear. En este próximo disco hago un tríptico con sonetos de Colau Dols.
¿Y cómo convertirá ese viaje a América en sonido?
—Hay todo un mundo musical que es inmenso. En este nuevo disco hago un viaje poético hacia las Américas, que es donde he vivido en mis últimos treinta años, y por México, donde he vivido los últimos siete años. En Poetic Logbook II, en la pieza Cayo Paredón, en la percusión está presente la clave cubana. Será un ritmo fijo pero con una variación que se fijará en la primera música polifónica del compositor francés Perotín, puramente medieval. En el disco Poetic Logbook III haré un viaje a Rusia, China y Oriente Medio. En cualquier lugar he encontrado cosas que me han aportado riqueza.
¿Qué diferencia hay entre componer en México DF y en su casa de Algaida? ¿Se percibe esa mudanza en sus nuevas composiciones?
—El arte creativo no va ligado a la geografía, sino a la voluntad. Se puede componer en una habitación de hotel o en una playa del Caribe. El paisaje para crear es la disciplina. Y cuando caes en un estado de gracia al crear, es un verdadero placer. El drama no es trabajar, sino buscar una idea y que no surja. Te desesperas. Pero cuando has creado algo, hay una euforia casi comparable con la esquizofrenia.
Ha compuesto las bandas sonoras de directores como González Iñárritu o Álex de la Iglesia. ¿Por qué aparcó el cine?
—No he dejado de componer bandas sonoras. He aparcado un poco la producción industrial de las bandas sonoras porque el cine es una industria. En un mes creaba una banda sonora y al final me suponía componer cinco o seis horas de música al año. Por eso me paré, para recuperar el lenguaje. La música de cine que haré ahora será la que me apetezca, ya sea desde el punto de vista artístico, por el guión o por afinidad con el director.
¿Cómo es crear en Algaida?
—Siempre desayuno mirando de espaldas al campo. No miro este paisaje tan bonito porque me muero. Es tan grande, tan bonito: el campo verde, el cielo, las nubes... Cuando trabajo, lo hago delante de una pared blanca para concentrarme. El paisaje no me distraería, me invadiría. El mundo desde Algaida se ve igual que desde Nueva York: a través de Internet y la televisión. Me preocupa mucho el mundo actual: agresión entre países, el deterioro ecológico... Estamos en un momento casi apocalíptico. Hay que buscar respuestas y éstas están en uno mismo, en nuestro modo de vivir y sentir.