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Carmelo Gómez: «Los políticos de España tienen pánico a la cultura»

El actor Carmelo Gómez, en una escena de la obra ‘Todas las noches de un día’. | Redacción Cultura

| Palma |

Rodeado de urbanizaciones, en algún lugar cerca de nosotros sobrevive un viejo jardín con su invernadero. Pero ha pasado mucho tiempo desde que los vecinos vieron por última vez a Silvia, la dueña de la casa. Allí sólo queda Samuel, el jardinero, afanado en preservar ese rincón olvidado. Entonces, la policía acude a la casa para intentar descubrir el paradero de Silvia. Este es el punto de partida de Todas las noches de un día, montaje que protagonizan Carmelo Gómez y Ana Torrent y que se verá en el Auditòrium de Palma los días 11 y 12 de enero. El actor, centrado en el teatro y alejado totalmente del cine, «es algo que ya no me interesa», confiesa, avanza las claves de este montaje, habla de su fructífera trayectoria y de la actualidad social y política del país.

¿Es su primera vez en un teatro de Mallorca?
—Nunca antes había actuado en Palma, pero sí que he estado de vacaciones muchísimas veces, con esos viajes relámpago con la familia. Hace tiempo impartí también un taller.

¿Es cierto eso de que, en España, en cada plaza el público tiene sus particularidades?
—Absolutamente cierto, diametralmente. Eso es algo increíble y ademas es muy bonito, es riqueza, cada lugar tiene su conducta. Sobre todo, la diferencia se nota entre las grandes y pequeñas ciudades, en estas últimas están menos ‘infectados'.

Llega al Auditòrium con una obra enigmática, una historia de amor fundida con un thriller policíaco.
—Es una historia de amor que ocurre en un invernadero, entre una pareja de posición cultural y social muy distinta, pero se produce esa correspondencia afectiva, que no sexual. Habla más del corazón, del sentimiento, de la esencia de las cosas. Luego está la parte del thriller policíaco, una trama en la que el público resolverá todos los enigmas. Yo destacaría su alto nivel poético, su lenguaje elevado. Eso es mérito del texto, que es maravilloso y engancha. No defraudará.

¿Qué puede avanzar de su personaje?
—El personaje más enigmático es el de Ana Torrent, ella tiene las claves de toda la obra, porque mi papel es el del jardinero, y ella tiene sobre él un poder arrollador, el poder y también la fragilidad. Durante la obra, él necesita callar, no puede hablar, está atado de pies y manos, tiene un compromiso personal con la vida muy potente. Mi personaje tiene muy claro que lo que se dice en confianza no se puede contar jamás, y ahí está la clave de todo el enigma.

Comparte cartel con Ana Torrent.
—Y estoy encantado. Ella es una gran actriz, tiene todos los recursos y los resortes para defender este y cualquier papel. Si no llega a ser así, en el caso de esta obra, si uno de los dos llega a fallar, no se podría haber hecho. Ella lo da todo. Se lo agradezco mucho, porque gracias a ello nos llevamos tan bien como el primer día. Me llevo bien con ella, que conste, hacemos una pareja muy buena dentro y fuera de la gran pantalla. Después de dos años girando con la obra, si la relación no hubiera funcionado, no estaríamos aquí. Se necesita mucha inteligencia para llevar tanto tiempo rodando con solo otra persona sobre el escenario.

El teatro sobrevive al cine y a las nuevas plataformas de consumo en streaming.
—Siempre se dijo que la llegada del cine iba a dar problemas al teatro, que iba a hacer que desapareciera, pero no ha sido así. Y parecía que el cine era intocable, y ahora mira, están las plataformas haciendo daño, pero es imposible acabar, tanto con el cine como con el teatro. Ahora hay un boom de series, quizá demasiadas, algo de saturación, pero creo que lo que al final la gente valora es ver una historia completa, todo lo demás es puro entretenimiento. Tenemos una sociedad cansada que necesita evadirse, y cuanto más simple sea el significado, mejor.

La actual situación política está como está, y se sigue sin hablar de cultura.
—Los políticos de España tienen pánico a la cultura. En este país, y en general en Europa, la cultura ha sido castigada, aquí sobre todo. La cultura es el enemigo del pueblo para la política porque dice las cosas, resuelve y plantea dudas, y pone el acento en los verdaderos culpables del mundo que nos rodea. Si no se entiende que la cultura, el conocimiento, es el futuro, estamos perdidos. Aquí nos han hundido.

¿A qué se refiere?
—Todo comenzó con el ‘No a la guerra' de principios de los 2000. Entonces nos han perseguido, y a algunos arruinado.

¿Volverá a hacer cine?
—Hace mucho tiempo que no hago cine y no creo que vuelva a hacer. Es algo que ya no me interesa.

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