Si en Gaza, ganadora del Goya a Mejor Corto Documental de 2018, vimos la destrucción pura de los muros de la Franja por los ataques israelíes, con Destrucció creativa d'una ciutat Carlos Bover (Palma, 1991) pone el foco en la fragilidad de los aparentemente sólidos cimientos de los barrios palmesanos, amenazados por las fases de la gentrificación, un proceso que «parece distante, pero cuyas consecuencias sufrimos todos», explica el director. La cinta estará disponible en 2020 y el jueves pasado pudo verse una versión corta en CineCiutat, dentro del ciclo Diálegs amb ciutat.
Un ciclo
La gentrificación es, en boca de Bover, «un ciclo en el que una zona degradada se regenera, pero para una clase de mayor poder adquisitivo que obliga a la gente del barrio a desplazarse». Dicho de otra manera, «se regenera un espacio, pero no a las personas. Es poner en venta una parte de la ciudad para gente que no vive allí», aclara. Algo que se vive en «cuatro fases» representadas en cuatro barrios: «El abandono de El Terreno, la estigmatización de Son Gotleu, la regeneración de Pere Garau o la mercantilización de sa Gerreria». Apuntando el objetivo hacia estos barrios, «mostramos el día a día de la gente y damos un retrato de Palma».
Otra particularidad del documental radica en que no da la voz principal a expertos, sino que cede el micrófono a «mujeres de estos barrios porque no podía contar una parte de la ciudad desconocida dando voz a los de siempre. Por eso, le dimos voz a esa parte de la población a la que menos se la han dado». Mujeres ante y tras las cámaras, ya que aunque la cara visible del proyecto sea Bover, «detrás están Marta Hiero, en guión y ayudante de dirección; Oslaya Zapata, en montaje, o Lucía Millán, en sonido», detalla. La voluntad de denuncia es tan evidente como la de concienciación: «Tenemos que ir todos a una. Dar caña a la Administración pública y denunciar abusos de la propiedad privada, pero también hacer autocrítica para no formar parte de un problema que nos afecta o afectará a todos por igual. Todos los barrios pasarán por el tubo», advierte. Una denuncia ya presente en Gaza, que casi cuatro años después «me sigue dando mucha impotencia porque Israel tiene total impunidad y la cosa va a peor», indica Bover. Para 2020, cuando estará disponible la cinta, «planteo la difusión y redistribución de este nuevo proyecto» porque el objetivo es «generar espacios de reflexión» y remover conciencias con Palma como telón de fondo, como ya hiciera con el duro pero necesario Gaza.