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Jaume Segura: «Las mujeres son las que mueven el mundo»

El diplomático y escritor Jaume Segura, con su primera novela. | M. À. Cañellas

| Palma |

Jaume Segura (sa Pobla, 1973) tiene una reputada carrera como diplomático, sobre todo en América Latina, donde ha sido embajador de la Unión Europea en El Salvador y de España en República Dominicana. Segura ahora se atreve con la literatura y publica su primera novela, Tal vez, un día (Ediciones Miguel Sánchez), que presentó ayer en Can Balaguer, Palma, acompañado por el escritor Gabriel Janer Manila y su padre, Miquel Segura, colaborador de Ultima Hora.

Miguel, un diplomático ‘millennial' es el protagonista. ¿Tiene tintes autobiográficos?

—No es una novela autobiográfica aunque, como hace cualquier escritor, usas algunos elementos de tu vida. En Tal vez, un día no cuento mi historia ni siquiera la de alguien que conozco. Por ejemplo, nunca he vivido ni he estado destinado a Cuba, aunque sí he viajado mucho allí, pues mi mujer es cubana. La conocí allí cuando visité la Isla cuando tenía 22 o 23 años.

La profesión del diplomático es poco conocida y, dicho sea de paso, bastante idealizada.

—No es un trabajo muy conocido por el gran público. Se dice que viajamos mucho, que vamos de cóctel en cóctel. Las oposiciones son muy duras, pero también lo es el trabajo, tanto si estás destinado a Madrid como fuera del Estado en un embajada o un consulado. Es duro porque normalmente te envían a un país en principio no muy glamuroso. Mi primer destino fue Jamaica. También estás lejos de los tuyos. Dicho esto, es una profesión privilegiada, no solamente porque te permite conocer muchos lugares, sino porque conoces a mucha gente diferente e historias extraordinarias.

De ahí que tuviera buen material para su primera novela.

—Cada profesión te lo permite, siempre que seas un buen observador y te guste contarlo, como es mi caso. Esta novela desmitifica y reivindica, al mismo tiempo, la carrera diplomática, porque es una profesión bonita pero hay que luchar constantemente contra el desarraigo y es duro ver que el mundo no se para porque no estés allí con tus seres queridos.

¿Cuándo se dio cuenta de que quería escribir una novela?

—Hace tiempo que lo tenía en mente, pero cuando de verdad pensé en escribirla fue hace unos cinco años. No sabía nada de Cuba, solo los tópicos tan conocidos por todos, pero me puse a investigar. Me dije a mí mismo: ‘un día escribiré sobre este lugar'.

Cuba es un escenario muy importante de la novela.

—Todos estamos marcados por los lugares donde vivimos y nacemos. Es importante, pues el narrador llega a Cuba, que es su primer destino, su madre es cubana y allí se redescubre a sí mismo.

Además escoge una época histórica trascendental: la Revolución cubana. ¿Por qué?

—Me fascina esa época y, además, es importante para la historia que se cuenta, pues cambia porque triunfa la Revolución.

Pero hay otro tiempo, indefinido, y otra historia.

—Sí, un tiempo que podríamos decir o situar en el presente o, mejor dicho, en un futuro incierto. El protagonista, Miguel, se siente perdido cuando llega a Cuba, pero se irá encontrando a sí mismo tras descubrir una historia de su familia.

El arraigo o desarraigo es otra cuestión de esta novela.

—Mi casa es Mallorca, mi hogar está en es Barcarès y sa Pobla. Esas son mis raíces, que se hacen más fuertes cuánto más lejos estás, pues necesitas un punto de referencia. Uno de mis hijos nació en Madrid y otro, en Estados Unidos. Los dos hablan perfectamente catalán y se sienten mallorquines, aunque no han vivido nunca en Mallorca.

La música, y también la literatura, sobre todo Camus, están presentes en el libro.

—Camus es uno de mis autores preferidos y en esa época ganó el Nobel. En cuanto a la música, está claro que hablar de Cuba es hablar de música, y también me ayuda a situar al lector. La música a menudo narra mejor que las palabras. De hecho, al final del libro hay un código para escuchar las canciones en Spotify.

Las mujeres y el amor son también los grandes protagonistas.

—Las mujeres son las que mueven el mundo, son el motor, eso está claro. Aquí son las que tienen el peso de la historia. Por otra parte, Tal vez, un día no es solo una historia de amor, sino varias y, además, hay de diferentes tipos. Por ejemplo, el que sienten los amigos o la familia, también de los clandestinos, de esos que transgreden las convenciones sociales.

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