El abogado Kiko Riera está acostumbrado a enfrentarse a dos tipos diferentes de audiencias. Por las mañanas, en los juzgados de Palma, le escuchan los jueces. Algunas noches, en salas de conciertos de toda España, se expone ante numerosos fans.
Es el guitarrista de uno de los grupos más importantes que ha parido Mallorca: La Granja. La banda celebra este viernes en Es Gremi, a partir de las 21.00 horas, el 30 aniversario de la publicación del disco Azul eléctrica emoción.
Cuatro compañeros de clase del colegio Luis Vives, Miguel Gibert, Kiko Riera, Guillermo Porcel y Carlos Garau, formaron La Granja en 1984 y cinco años después se unió el productor Pablo Ochando. Los chicos no imaginaron que les iban a tomar tan en serio. Tocaban por diversión y comenzaron a desfilar por salas de conciertos españolas tras el lanzamiento de su exitoso segundo álbum, Soñando en tres colores (Dro, 1988).
«Empezamos como algo totalmente amateur y nos cogió un poco por sorpresa todo lo que vino después».
Riera ejerce como abogado desde hace 25 años. «Nunca nos planteamos vivir de la música a excepción de Pablo, que se ha dedicado a esto. A lo mejor por eso lo hemos disfrutado más, porque lo veíamos como algo secundario». Hubo un momento crítico. «En el 95, un grupo cantando en castellano parecía que era una horterada. Fue un poco la muerte prematura de la banda. En el 2000, cuando volvimos, había cambiado todo. Ya han pasado 15 años desde que grabamos el último disco, Tobogán. La lástima es no haber estado con los tiempos o los tiempos con nosotros».
Sus seguidores aún esperan el octavo álbum. «Supongo que ya no tenemos las energías o el ímpetu de los jóvenes y todo nos cuesta el doble».
El guitarrista dice que nunca han sido conscientes de lo que ha significado La Granja. «Mirando hacia atrás piensas que ha estado bien. A veces llegas a un sitio y alguien te cuenta que hemos sido la banda sonora de su vida y resulta que sí, que has hecho algo que está bien».
Miqui Puig escribió que sigue «envidiando a ese chico que en algún lugar, en una habitación pequeña, ha dejado caer sobre el surco el disco Soñando en tres colores y se dispone a cerrar los ojos». Los chicos de La Granja aún quieren diversión. «Nunca se cansan de jugar y esa es la buena dirección», como cantan en Chap, Chap.