El pasado febrero, en plena presentación de Héroes en tiempo de guerra, el último trabajo de David Bustamante, una periodista le inquirió si con ese título pretendía reivindicar un nuevo Bustamante, alejado de la sombra de Paula Echevarría, tras su durísimo proceso de divorcio. Y se lió la de San Quintín. El cántabro zanjó el asunto con contundencia: «Sé que en estos momentos os gustaría decir que estoy destrozado, ¡pero es que estoy de puta madre!». Más claro, el agua. Y ciertamente, esa es la sensación que transmite este artista que con el paso de los años se ha transformado en un crooner moderno, con una puesta en escena cargada de teatralidad, estilo y elegancia, en la línea de los grandes clásicos. Este próximo 26 de octubre, defenderá su nuevo material en Trui Teatre de Palma.
Héroes en tiempo de guerra nos remite al Bustamante ecléctico de los comienzos, ¿necesitaba volver a la casilla de salida?
— El cuerpo me lo pedía. A veces es importante no acomodarse y este tipo de discos me exigen más. Mirando al pasado descubrí que me apetecía tocar muchos palos y volver un poco a mis inicios.
Hábleme del primer single del disco, Héroes, una canción sobre la superación dedicada a los héroes cotidianos que no llevan capa...
— Héroes se ha convertido en un himno para la gente, la canta en los conciertos con intensidad, es un tema muy reflexivo.
¿Qué tema de este disco es el que mejor le representa?
— Depende del día y de cómo me levante, pero creo que Héroes es la que mejor me representa por los valores que defiende.
¿Aprecia una crítica constructiva o es de los que se rodean de gente que le dé palmaditas?
— No soy un artista con séquito y adoro las críticas constructivas. No me gustas las otras, las que van a degüello, pero las positivas las escucho y valoro e intento partir de ellas hacia un mejor puerto.
Según una encuesta realizada por Cerveceros de España, David Bustamante figura entre los preferidos de la gente para irse de cañas. Pero, ¿con quién se tomaría usted una cerveza?
— Me gustaría tomármela con el presidente del Gobierno, y cuando hubiésemos roto el hielo me quejaría de la barbarie en la que se ha convertido la clase política. Se han distanciado mucho de la gente que les votó.
¿Qué le ha dado y quitado también la fama?
— La fama me ha quitado el no pasar desapercibido, la intimidad, pero también ha permitido que mucha gente conozca mi trabajo.
¿Que opina de los ‘todólogos', esa gente que opina de todo y todo el rato?
— ¿Los ‘cuñaos'? Me parece que están equivocados. Da que pensar cuando oyes a los sabios reconociendo que realmente no saben nada, así que imagina los ‘cuñaos'.
¿Cuál es su droga más dura?
— Mi hija, sin duda.
¿El escenario es como una novia a quien no se puede dejar?
— Pues sí. Siempre digo que nuestra profesión es la única en la que nadie se quiere prejubilar.
¿Se cree uno Dios ahí arriba?
— Es difícil estar ahí arriba, pero es importante no vivir en esa burbuja, no hay que pretender ser artista las 24 horas. Debes saber que al bajarte eres una persona normal, como el resto.
¿A nivel mediático, son más peligrosos los picos altos o los más bien bajos?
— Vivimos en un país en el que cuando estás arriba te tiran a matar para bajarte, no sé… No tenemos memoria, en México los artistas mayores que ya no suenan en la radio siguen llenando estadios, da que pensar.
¿Por qué cree que en este país hay cada vez más gente que prefiere los muros a los caminos?
— Hemos sido un país de inmigrantes toda la vida. Es normal que la gente salga y luche por su futuro, por eso hay que eliminar los muros. Pero también hay que remarcar que quien venga tiene que sumar.
¿Un mundo sin música sería más feo que sin ojos?
— Una vida sin ojos sería una pena, pero sin música no valdría la pena.
También se habla mucho de la telebasura, pero ¿existe la canción-basura?
— El problema es de quien la consume, es un problema de la sociedad.