No corren buenos tiempos en la Fundació ACA, entidad que trabaja en el ámbito de la creación e investigación musical con sede en Búger. Fuentes cercanas a esta institución alertan a este diario de un supuesto «arrinconamiento» al presidente, Antoni Caimari, que fundó este espacio en el año 1985, hace ahora 34 años, por parte de la junta directiva. «Están trabajando a sus espaldas, han cambiado los estatutos, así como otras modificaciones, sin que él sepa nada, le están quitando poder, todo esto es una lucha de poder descarnada y sin escrúpulos», prosigue la misma fuente.
Toda esta problemática en la Fundació ACA, «donde parece que todo va bien de cara a la galería, pero no es así», se inició raíz de la crisis, hace aproximadamente ocho años. Entonces, ACA acarreaba «muchas deudas» y el patronato de la fundación, en el último lustro, «se ha encargado de pagar estas deudas y de poner orden», pero, «al mismo tiempo, se han aprovechado de la situación de Antoni Caimari, que está mayor, tiene 75 años, y modificaron los estatutos de la fundación quitándole poder a él, que es el presidente, para dárselo a la junta directiva, en la cual hay ciertos patronos que tienen la intención de apartar a Caimari, engañándole, ocultándole información, él no sabía nada de todo eso», relata la misma fuente.
La aprobación de dichos estatutos «no fue por unanimidad por parte del patronato, aunque los patronos digan que sí». De hecho, ni Caimari ni los tres miembros de su familia, que son patronos, firmaron esos cambios. Entonces, «ante la peligrosidad ante lo que estaba pasando, como por ejemplo que el secretario de la fundación pueda tomar decisiones sin la necesidad de contar con el conocimiento del presidente», uno de los patronos decidió enviárselos al Protectorado de Fundaciones, desde donde expresaron «que había que hacer ciertas modificaciones» para que el presidente, Caimari, «no sea apartado de sus funciones».
Contencioso
Tal es la situación, que la familia de Antoni Caimari decidió hace unos días interponer un contencioso administrativo contra esos estatutos porque «ellos consideran que son ilegales; ahora esperan que el Govern actúe y se de cuenta de todo lo que ha ocurrido».
La polémica no termina ahí, cuenta esta fuente. «El asunto fue a mayores cuando el patronato envió a Caimari un burofax prohibiéndole hacer cualquier tipo de actividad», aunque éste, esta semana, manifestó en redes sociales que no piensa dejar de trabajar.