«Las orquestas son las principales armas para una tierra». Lo sentenció este jueves, ante cerca de mil personas, el director de la Orquestra Simfònica de Balears, Pablo Mielgo, durante una velada musical que dio el sus al calendario de conciertos de verano de esta formación, los Estius Simfònics. Fue en el Passeig del Born abarrotado, con la mitad del público sentado y el resto en pie, aunque todos ellos, en realidad, a punto de ponerse bailar. porque allí sonaron los grandes éxitos de los musicales de Broadway que todos conocemos, además de con la música, con las espectaculares voces de los invitados Lydia Fairén y Gerónimo Rauch como solistas.
Pablo Mielgo fue, precisamente, quien llevó la batuta de esta cita musical, y además de reivindicar las orquestas como eje de vertebración social y cultural, también recordó como este concierto en el Born irrumpió «hace ahora seis años» como protesta ante la grave situación antaño de la Simfònica, cuando estuvo a punto de desaparecer.
En realidad, lo más importante de la cita de este jueves fue, cómo no, la música, con un público entregado –ya desde el ensayo, que se inició una hora antes del recital, a las 21.00 horas–, aplaudiendo con ganas. Y no solo los asistentes mostraron todo su entusiasmo, con piernas inquietas ante el ritmo de los musicales, también los cantantes Lydia Fairén y Gerónimo Rauch –ambos con una amplia experiencia en el género musical–, no solo porque fueron muy cercanos con los allí presentes, sino porque la química entre ellos se hacía notar.
El repertorio de la noche incluyó composiciones como, entre muchas otras, The sound of music, de R. Rodgers, de Sonrisas y lágrimas; Miss Saigon, de C. Schönberg; The Last Night of the World y The Movie in my Mind; Music of the Night, de El fantasma de la ópera (Lloyd Webber); Los Miserables, de C. Schönberg, así como Bring Him Home, On my own y la archiconocida West Side Story, de L. Bernstein, o Flor de Nit, del compositor catalán Albert Guinovart.