Veni, vidi, vici. Era uno de los eventos culturales más esperados de la temporada y su estreno de defraudó. El Museo Nacional de Bellas Artes de Quebec se rindió este pasado fin de semana a la faceta «más salvaje» de Joan Miró con la inauguración de Miró à Majorque. Un esprit libre (Miró en Mallorca. Un espíritu libre). El acto convocó a centenares de personas en este importante espacio de exhibición de la ciudad canadiense.
Fue el nieto del genio catalán, Joan Punyet Miró, quien ejerció de maestro de ceremonias y presentó la exposición, con el gran entusiasmo que le caracteriza, a medios de comunicación y visitantes.
Esta colección de obras del genio catalán, que llega a Canadá tras presentarse en Corea, Bolonia, Turín y aquí en Mallorca, ofrece «un conjunto de claves para aproximarnos al espíritu y al pensamiento del artista», explicaron desde la Fundació Miró Mallorca, desde donde proceden las piezas de esta exhibición.
En este sentido, la muestra presenta un argumento expositivo dividido en cuatro grandes ámbitos diferenciados, y a la vez complementarios, y reúne alrededor de 212 obras entre pintura, escultura, dibujos, obra gráfica y tapiz, realizadas íntegramente en Mallorca en su etapa de madurez más vital y artística, «la menos conocida y la más innovadora de su trayectoria», que constituyen una parte importante de los fondos de la colección de Palma.
Miró à Majorque. Un esprit libre se exhibe en las nuevas salas de exposiciones temporales del Pavillon Pierre Lassonde, diseñado por el estudio OMA de Rem Koolhas con Provencher Roy Architectes de Montreal.