El 8 de junio, Inca acogerá el regreso de Sau. Aunque puede que la banda que ocupe el escenario del Quarter General Luque no sea del todo Sau, porque ya no está Carles Sabater, fallecido hace 20 años, pero salvando esta ausencia determinante formarán con el ‘equipo de gala': todos y cada uno de los integrantes que dejaron su impronta en el proyecto osonenc, reforzados con la voz de Jonathan Argüelles. Que se repartirá el liderazgo con Pep Sala, garante de la memoria histórica de una banda prima donna absoluta en el rock català.
¿Fue difícil poner en marcha los engranajes de Sau después de tanto tiempo en el dique seco?
—Fue espontáneo, hicimos una fiesta para celebrar el 30 aniversario del primer concierto, y constatamos que aún hay muy buen rollo entre nosotros, así que decidimos hacer una gira.
El nuevo cantante, Jonathan Argüelles, posee un timbre vocal similar al de Carles Sabater, ¿su elección estuvo muy disputada?
—No hubo cásting. El día que hicimos la fiesta él estaba invitado. Es un amigo y gran conocedor de nuestra historia. Su elección fue muy natural.
Más allá de los temas más populares y aquellos que tocan la fibra de los fans ¿hay alguna sorpresa en el set list del concierto?
—Intentamos recuperar los conciertos que hacíamos en aquella época, supongo que la sorpresa es el espectáculo en sí, solo hacemos canciones de Sau.
¿20 años después, la ausencia de Carles Sabater sigue sin cicatrizar?
—Las personas no se olvidan y muchas heridas no curan. Hay una tribu aborigen que dice que una persona no desaparece del todo mientras se la recuerda. Y en esta gira tenemos muy presente a Carles.
En su lírica, Sau usaba una ironía muy particular, pero como tenían esa cara tan seria la gente parecía no pillarlo...
—Carles era un gran actor pero sobre todo un gran cómico. Si supieras lo que llegamos a reírnos... Pero sí, nos pasaba a veces que no se entendía la ironía de las letras por nuestra seriedad.
Muchos se sorprenderán al saber que Pep Sala vivió en un convento budista en Londres...
—¡Lo que me sorprende es que lo sepas tú! Acabé allí por un conocido, era el único lugar donde daban comida y alojamiento a cambio de meditar, que es lo único que podía ofrecer en esos momentos [risas].
Luego se va a Glasgow, y allí se impregna de su potente escena musical. ¿Qué aportó a Sau su ‘formación escocesa'?
Sí, había una escena musical muy potente. Incluso llegamos a compartir local de ensayo con Aztec Camera. Lo que sucedió allí se refleja en lo hice en Sau, del mismo modo que incidieron las horas que pasé escuchando a Neil Young y a Eagles.
Estoy de acuerdo, el repertorio de Sau tiene una herencia musical bien repartida: unas veces se escora al sonido americano y otras hacia el Reino Unido...
—Correcto. Durante la adolescencia te empapas de algunas bandas que te quedan tatuadas y no te las sacas nunca de encima. Yo estaba muy influenciado por bandas inglesas como Pink Floyd y Marilion, pero también por artistas americanos como James Taylor y Carole King.
Quina nit, el tercer álbum de Sau, vendió 140.000 copias. Teniendo en cuenta el acotado mercado del rock català fue todo un logro. ¿Cómo vivió aquellos días en los que comenzaban a estar en boca de todos?
—Recuerdo que iban a una velocidad increíble, pasaban volando. Visto en perspectiva tengo la sensación de haberlos disfrutado poco.
¿Recuerda cuando en las entrevistas les preguntaban por qué cantaban en catalán?
—Siempre nos lo decían, insistían mucho en Catalunya Ràdio. Nuestra respuesta era: ‘¿le preguntarías a Springsteen por qué canta en inglés?'. Creo que si algo hizo el rock català por el país fue ayudar a que se normalizase el hecho de cantar en catalán.
¿Qué ha convertido a Boig per tu en el gran himno del rock català?
—No lo sé. Cuando la escribí sabía que había dado forma a una buena canción, pero no imaginaba en lo que se convertiría.
¿Qué conserva el Pep Sala actual de aquel chaval que empezaba a finales de los 80?
—Las gafas y poca cosa más. Intento no olvidar el motivo por el que me dedico a la música.
¿Los proyectos deben ganar a los recuerdos?
—Lo importante es crecer. Es cierto que esta gira es un ejercicio de nostalgia, pero es algo puntual, no quiero ganarme la vida haciendo esto. Me interesan las canciones que haré mañana.