Delorean lleva 20 años figurando en la zona media de los carteles de los mejores festivales del mundo. Toda una gesta si se tiene en cuenta su procedencia –Guipúzcoa– y la volatilidad de su público objetivo –el seguidor de tendencias–, siempre a la caza del último grito.
Lo han logrado gracias a un directo enérgico, su buen tino para la melodía y una consistencia en formato álbum fuera del alcance de la mayoría de bandas. Pero ha llegado la hora de la despedida, tiempo de mirar al horizonte y otear nuevos retos. El Teatre de Lloseta acogerá este sábado 16 el último concierto de los de Zarautz previo a su disolución, no por nada dramático, solo por un desgaste natural.
Mikel Laboa es el último trabajo de Delorean, en el que rinden tributo a una de las personalidades más preponderantes de la cultura avant garde de Euskal Herria: el cantautor, poeta y activista Mikel Laboa. Autor de un conjunto de sonoridades enigmáticas e hipnóticas, que el cuarteto lleva al siglo XXI en un trabajo que destila el mismo espíritu desafiante, vanguardista y poético que su autor original.
Sofisticado
«Es un disco con un aire muy sofisticado, está hecho sin presión y estamos muy orgullosos del resultado», explica Igor Escudero, de Delorean. No obstante, en su último concierto la banda obviará este álbum, «no tocaremos ninguna canción», las circunstancias les obligan a trazar una visión transversal de su repertorio, esos seis álbumes de estudio, dos EP's y una pila de singles que conforman un material ambicioso y sensible, con resonancias internacionales, que quedará legado para las generaciones venideras.
«Echaré de menos salir de gira y viajar con mis amigos, hay que subrayar que somos colegas desde los 14 años. En Delorean hemos crecido tanto como músicos como personas». Tras su disolución, Escudero tiene claro que Delorean dejará un hueco difícil de llenar para sus fans, «he visto que mucha gente se lo toma como el cierre de una etapa en sus vidas. Supongo que porque se han hecho mayores con nosotros», subraya.
En cuanto a los motivos que precipitan la separación, Escudero afirma que «no ha sido traumático, simplemente que ya no es como cuando éramos más jóvenes que estábamos super entusiasmados. Ahora cada uno tiene un trabajo y vemos la vida de otra forma». Pese a todo, no se le caen los anillos a la hora de hacer un pequeño ejercicio de autocrítica: «A lo mejor no hemos sabido renovar nuestras canciones para acercarlas a las nuevas generaciones», lamenta.
Psicodélico
Vista en perspectiva, la trayectoria de los zarautztarras podría ser la combinación perfecta del espíritu psicodélico y entusiasta del San Francisco de los 60, con las raves inglesas de los 80. Pese a ser músicas muy diferentes, rock psicodélico y acid-house, nada menos, comparten la misma idea de comunión y euforia. Como si se tratara de un mensaje de unión ante la adversidad que nos rodea. «La historia de la música de baile a partir de los 80 nos ha guiado, al principio se notaba que emulábamos a New Order y luego nos influenció el minimal berlinés y el post punk de la época de LCD Soundsystem y The Rapture», concluye.