Por su veteranía y recorrido, Els Pets vendrían a ser los cronistas oficiales del rock català. Su carrera, aunque irregular, ha ganado consistencia en la última década con un imaginario nutrido de destellos cotidianos, canciones eternamente jóvenes con una enorme capacidad de seducción, intimistas pero vitales, con ADN de los 80 y 90. Som es su último trabajo y la excusa para regresar a la Isla, coincidiendo con el décimo quinto aniversario del Teatre de Lloseta. Este espacio escénico de la Part Forana acogerá al trío catalán este sábado 16 de febrero.
Treinta y cinco años aparentando lo mismo y treinta y cinco años desarmando al personal. Una y otra vez. No hay otra forma de explicar la atracción que desprende la obra de Els Pets, cuyas propiedades no merman. Y es que, por mucho que parezca que lleven toda la vida sonando igual, lo cierto es que nunca han dejado de reinventarse, aunque sin perder de vista sus raíces. Con esa sencilla pero efectiva fórmula, logran que cada escucha resulte tan irresistible como la primera. Lo demuestran en canciones que deshuesan el pasado (Pantalons curts i els genolls pelats); otras perfumadas de nostalgia (L'àrea petita); las hay que alzan la voz ante el absurdo de la guerra (Reprenc el vol); y siempre nos quedará ese delicioso canto a la vida que es Bon dia.
Irónico, lúcido y perspicaz, Lluís Gavaldà (Constantí, 1963) es la voz de Els Pets, una banda que como la uva de Burdeos mejora con los años. Asentados en un punto musical interesante, su música ha madurado, acercándose cada vez más al pop independiente que se facturaba en el Reino Unido en los 80 y 90.
Tras cinco años de silencio discográfico, el trío reaparece con Som, un trabajo en el que ceden la batuta creativa a Joan Pons (El Petit de Cal Eril) para que renueve su canon pop. Sus baladas, tradicionalmente tiernas y emocionantes, suenan aquí más ásperas, ostinadas en sortear lo naïf y sensiblero. Sirva de ejemplo Corvus, un tema que ha levantado mucha expectación, compuesto por Joan Reig, batería del conjunto, en el que relata en primera persona los abusos que sufrió de niño durante unas colonias de verano organizadas por la parroquia en el Pirineo. El tema contiene párrafos explícitos: «On era el teu Déu quan la meva pell tocaves».