El célebre pianista James Rhodes (Londres, 1975) lleva año y medio viviendo en Madrid, ciudad que le ha cautivado, algo que plasma muy bien en las redes sociales y en los programas en los que participa, A vivir, de la Cadena Ser y Late Motiv, de Buenafuente. En 2017 pasó por Mallorca, donde ofreció su primer concierto, el 4 de junio, inmediatamente después de firmar ejemplares del bestseller Instrumental (Blackie Books, 2015). Ahora, Rhodes, con otro libro a sus espaldas –Fugas (Blackie Books, 2017) y su primer vinilo publicado, Fuck digital (Signum, 2018), regresa a Ciutat en una fecha muy señalada: el 23 de febrero, en el Palacio de Congresos.
¿Cómo se sintió en su primer concierto en la Isla?
—Fue muy cálido. Me encanta estar cerca del mar, el tiempo que hace allí. Es algo extraordinario para alguien que viene de un país como el mío. Fue como estar en vacaciones. Creo que la gente disfrutó y desconectó de tanto Rafa Mora o Sálvame. Cerrar los ojos y dejarse llevar por la música de Bach, Chopin... Eso son como unas vacaciones mentales. Hablando de Chopin, tendré que visitar Valldemossa.
Señala como sus compositores predilectos el trío formado por Bach, Chopin y Beethoven, pero también hay muchos más.
—Hay cientos de ellos, ¡somos tan afortunados! Podemos escuchar a cualquier compositor de cualquier lugar y época y gratis. Es increíble. Por otra parte, no me gusta hablar de música clásica, simplemente es música. Hacer estas distinciones son tonterías. La música es un lenguaje universal que no entiende de etiquetas.
Usted ha abierto ese mundo que, a menudo, es hermético.
—¡Odio tanto a quienes defienden que la música clásica no es para todos! No tiene sentido. La música es para todos. Llevo vaqueros y camisetas en los conciertos porque así estoy cómodo y hablo con el público porque me parece muy importante comunicarme con él.
Parece algo muy lógico, aunque muchos le ven como un revolucionario de la música clásica.
—Absolutamente. Es lógico, pero nadie lo hace. Cada niño en España debería tocar algún instrumento y conocer más la historia de la música, a los grandes compositores. En mis conciertos viene mucha gente que nunca había estado en un recital de música clásica.
Eso es una gran responsabilidad.
—¡Gracias por añadir presión!
¿La música clásica es la base de todo?
—Sin ella, no existiría Rosalía, por ejemplo. No hay nada que no proceda de ahí. Sin embargo, muchos no saben ni quien era Bach. Es tristísimo. A todo el mundo le gusta algún compositor de música clásica. Es muy universal, como el fútbol o la religión, aunque esto último implica muchas veces matar a gente.
Hablando de Rosalía. ¿Qué opina de su música?
—Es fantástica, la amo. Me encanta como maneja el flamenco y la cultura española, su actitud abierta ante todo eso.
Acaba de lanzar su primer vinilo. Un título muy particular, por cierto, Fuck digital.
—Estoy un poco harto de tanto mundo digital, de redes sociales, de postureo... Quiero alejarme de eso, calmarme un poco. ¿Te acuerdas de cuándo escribíamos cartas?
Bueno, pero también es muy activo en las redes, sobre todo en Twitter.
—Sí, pero la clave está en llegar a un equilibrio. Mi sitio favorito en el mundo es el avión. No puedes hacer nada, desconectas de todo.
Después del éxito de Instrumental, muchos no esperaban más libros de James Rhodes. ¿Habrá todavía más?
—Muchísimo más, espero. Me encanta escribir, aunque ante todo soy músico; luego, escritor. En este 2019 publicaré un libro infantil con ilustraciones para acercar la música clásica a los niños.
Suele decir que Madrid y España es un lugar fantástico para vivir, pero con el ascenso de la ultraderecha...
—El panorama político mundial es muy deprimente y peligroso, como el Brexit también en Reino Unido. En la campaña electoral de Andalucía ni un solo político mencionó la situación que sufren muchos niños. Respecto a Vox, no quiero gastar oxígeno hablando de esta gente, no se lo merecen.
¿Qué está leyendo y escuchando ahora mismo?
—Acabo de empezar a leer el segundo libro de la serie Cormoran Strike, de J. K. Rowling. En cuanto a música, estoy escuchando mucho al pianista Glenn Gould.