La exposición 'Miró, la couleur de mes rêves', que este martes se inaugura en el Grand Palais de París supone el regreso por todo lo alto del artista catalán a la capital francesa, catorce años después de una muestra en el Centre Pompidou y, especialmente, cuarenta y cuatro años después de la retrospectiva que ya le dedicó el mismo Grand Palais en 1974.
Con casi 150 piezas –entre pinturas, dibujos, esculturas y cerámicas– hechas a lo largo de sesenta años, la muestra ofrece una panorámica completa de una obra imaginativa y rica que se concretó en todo tipo de estilos, temas y formatos.
Comisariada por Jean-Louis Prat, director durante 35 años de la Fundación Maeght y amigo del artista hasta su muerte en 1983, la exposición da a conocer todas las caras de Miró: el hombre telúricamente unido a Catalunya y a la tierra de Mont-roig, el vanguardista provocador que quiso ‘asesinar la pintura' y se propuso crear con la misma libertad que los niños y los locos, el artista que vivió un período terrible de la historia del mundo y que nunca escondió su compromiso político (a favor de la libertad y la democracia, en contra de los fascismos y del régimen de Franco), el pintor que trabajó desde sus raíces mediterráneas y que dio a sus telas una dimensión cósmica de resonancias atemporales y universales.
«Miró, ya desde sus inicios se inventó un mundo propio. Él puso en su arte un alfabeto que solo estaba en su mente y en sus ojos, y lo trabajó con una actitud casi de jardinero, creando vida a partir de las cosas esenciales y haciendo dialogar el cielo y la tierra», explicó ayer Prat para este periódico. Otro aspecto crucial, según Prat, es que «nunca se repitió ni dejó de asumir riesgos. Lejos de tener certidumbres, lo que hacía Miró era interrogarse y buscar». Joan Punyet Miró, cabeza visible de la Successió Miró, también estuvo casi todo el día de ayer en el Grand Palais atendiendo a periodistas. El nieto del artista reconoció «estar emocionado y eufórico» porque la exposición presenta a su abuelo como un hombre que trabajó toda su vida «con violencia, poesía, convicción y libertad» y «que hoy es uno de los grandes maestros del siglo XX».
Las piezas que configuran la exposición proceden de 14 museos norteamericanos, de 14 europeos y de colecciones privadas. Y están la mayoría de sus obras maestras. Destacan, entre otras, La Masía, que Hemingway compró en el París de los años 20; el cuadro 'Tête de paysan catalan'; telas de la serie Constelaciones; el tríptico 'L'espoir du condamné a mort', resultado de la conmoción que produjo en el artista la ejecución de Salvador Puig Antich…
«No ha sido fácil reunir tantas obras importantes», reconoce Prat. Se refiere a que cada día es más costoso pagar el seguro y cumplir con las exigencias logísticas del traslado de unas obras de arte tan cotizadas como las de Miró. Aún así, se han conseguido préstamos casi imposibles. «Los hemos conseguido porque hemos insistido mucho, y hemos insistido, no por codicia ni por ganas de acaparar, sino porque cada obra que pedíamos y que tenemos aquí explica la extraordinaria trayectoria creativa de Miró».