La mexicana Alondra de la Parra (1980) es la tercera mujer que cogerá la batuta de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears (OSIB) en lo que está siendo su debut en España, tras su actuación hace apenas una semana en Bilbao. La cita será hoy, a las 20.00 horas, en el Auditórium de Palma con la actuación del clarinetista de la formación, Juan José Pardo. De la Parra es fundadora y directora artística de la Orquesta Filarmónica de las Américas con sede en Nueva York; además, también es directora de la Orquesta Sinfónica de Queensland, Australia.
Está considerada una de las directoras de orquesta más importante del mundo. ¿Por qué hay tan pocas mujeres que dirigen orquesta?
—Creo que, durante muchos años, no había esa posibilidad y, simplemente, no tenías la oportunidad. En mi tiempo sí que he podido. Por otra parte, hay menos mujeres que se quieran dedicar a esto. Es una carrera muy exigente y muy difícil encontrar un balance con la vida personal. Sin duda, es evidente que sigue habiendo una resistencia a que haya roles de liderazgo regentados por mujeres. De ahí la lucha que hay que desempeñar.
Como mujer, ¿le ha costado hacerse un hueco?
—Todavía no hay mujeres en el nivel más alto de dirección de orquesta. Me ha tocado abrir caminos en ciertos aspectos, igual que hubo mujeres antes que yo. Imagino y espero que, poco a poco, generación tras generación, el camino sea más abierto. Aunque sea una carrera muy difícil, para la mujer lo es aún más, sobre todo si estás embarazada como yo.
Vasili Petrenko, director de la Filarmónica de Oslo y la Filarmónica de Liverpool, dijo en una entrevista que «las orquestas reaccionan mejor cuando las dirige un hombre» debido a la «energía sexual». ¿Se ha encontrado con algún músico que piense así?
—Es increíble que alguien pueda pensar así y que, además, tenga el valor de decirlo. No vale la pena pensar en ellos, porque no es la mayoría, gracias a Dios. Lo que buscan los músicos es la afinidad musical y el liderazgo, que está o no está, sin importar si eres hombre o mujer. Los artistas somos hombre y mujer, tenemos ambas partes de la balanza y tenemos que usar nuestra feminidad y masculinidad. La música es masculino y femenino.
En referencia a su embarazo, ¿cómo gestiona su agenda de conciertos?
—Este es mi segundo hijo. Lo que hago es parar a los ocho meses de gestación y luego, tres meses después de que nazca, volveré a trabajar. Este será mi último concierto sinfónico antes de que nazca mi hijo. Mi próxima cita será a mediados de febrero en la Royal Opera House de Londres con la función de London Winters Tale. No hay una regulación, si no trabajo, no cobro, como si fuera una especie de freelance. Creo que las orquestas no son conscientes de todo lo que conlleva eso.
A una profesional como usted, ¿qué retos le quedan por conseguir?
—Los retos de una directora de orquesta nunca acaban, por eso siempre llega el esplendor en sus últimos años de vida. Es ir creciendo, lo cual es inevitable, pero también bonito. El rerpertorio es gigante y, sinceramente, me gustaría dirigir ópera. Solamente he conducido cuatro conciertos, pero no son de producción operística. Por ejemplo, he dirigido Carmen en Australia. Me gustaría tener más oportunidades para dirigir ópera.
¿Qué puede avanzar del repertorio que sonará esta noche?
—La pieza central será las Danzas Sinfónicas de West Side Story, de Bernstein, para conmemorar el centenario de su nacimiento. Es una de mis obras favoritas y, desde que de pequeña vi la película, me enamoró cómo mezclaba jazz con los ritmos latinos de mambo y swing. También interpretaremos Danzón número 2, del mexicano Arturo Márquez, una pieza delicada y elegante que se baila en cada plaza de México, aunque es originaria de Cuba. Finalmente, Ma Mère de Ravel y el Concierto para clarinete número 2 de Navarro.
Es su primera vez con la Simfònica. ¿Cómo ha sido su primer contacto?
—Desde el principio hemos conectado. Es como una cita a ciegas porque no los conoces, pero la música es un lenguaje universal y los músicos son muy buenos.