La masonería arrastra «mala fama» en España desde hace siglos, lo que lleva a los políticos masones españoles a no reconocer abiertamente su pertenencia a esta hermandad, ha explicado a Efe el periodista Xavi Casinos, que acaba de publicar «Masones: 100 inventos y aportaciones a la humanidad».
En una entrevista con Efe, Casinos explica que un exconseller de la Generalitat, médico de formación, le confesó que su vida basculaba entre la agitación de la política, y el cartesianismo de la medicina y la masonería.
Al periodista no le extraña que la clase política española no quiera «salir del armario» y recuerda las falsas acusaciones de masonería que sufrió el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y que ahora, en Francia, acechan al presidente galo Emmanuel Macron.
El motivo de la «demonización» de la masonería, explica Casinos, viene de lejos, pues empezó con la Inquisición y se volvió a intensificar siglos después durante la dictadura franquista.
Sin embargo, el autor insiste en que ya antes del franquismo había una corriente de opinión en la sociedad española que aseguraba que, por culpa de los masones, España había perdido sus colonias.
Esta mala imagen no tiene parangón en otros países, como Francia, Reino Unido o EEUU, donde los masones incluso llegan a destacarlo en su currículum porque «si lo eres, como mínimo se te presuponen unos valores», explica Casinos, que ve «impensable» que esto pueda suceder en España.
En su nuevo libro, Casinos hace un recorrido por los 300 años de la masonería moderna a través de un centenar de aportaciones y descubrimientos atribuidos a los masones, que van desde la Coca-Cola a la Cruz Roja, pasando por la penicilina, el baloncesto o las reglas fundamentales del fútbol.
Para llevarlo a cabo, Casinos se ha servido de su amplia biblioteca y ha tenido que sortear las fuentes «nada fiables» que inundan tanto algunos libros como la red y que mitifican constantemente la masonería.
Durante el proceso de documentación, descubrió a uno de sus inventores favoritos, el científico y médico Frederic Duran, que vivió durante la Guerra Civil la falta de sangre que tenían los soldados heridos en el frente, cuando solo era posible la transfusión brazo a brazo.
Esto dificultaba enormemente el proceso y por ello Duran se puso manos a la obra e inventó un sistema que permitía conservar la sangre, extraerla en la ciudad y llevarla hasta el frente.
Casinos alerta de que los 100 inventos de su obra son creaciones «de masones y no de la masonería», pero reconoce que «no es casualidad» que los masones sean tan innovadores, y eso tiene que ver con que son «gente inquieta intelectualmente, que buscan nuevas formas de conocimiento y que están sin duda por el progreso».
El escritor sostiene que la masonería «tiene que abrirse», ya que esta es la única forma de derribar los falsos mitos que la rodean, y debe darse a conocer al público, aunque los masones tienen prohibido hacer proselitismo.
Este proceso de apertura ya lo ha iniciado la Gran Logia de España, ubicada en la Gran Vía de Barcelona, cerca del Passeig de Gràcia, que cada año, durante la celebración de la Noche de los Museos, abre sus puertas.
En la masonería existen dos corrientes: la regular (validada por la Gran Logia Unida de Inglaterra) y la liberal, que es aquella que no se adscribe a la corriente oficial.
Uno de los requisitos para pertenecer a una logia regular es ser varón, por lo que la entrada está vetada a las mujeres, algo que el autor cree que «debe cambiar pronto» para que cada logia decida si es mixta, exclusivamente de hombres o de mujeres, como ya pasa en la masonería liberal, de inspiración francesa.