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Los himnos «imperecederos» de OBK sonarán en el ‘Love the 90's' de Port Adriano

Jordi Sánchez, vocalista e impulsor del proyecto OBK.

| Palma, Mallorca |

Jordi Sánchez es un artista inteligente y de largo recorrido, con un fino olfato para hacerse un sitio dentro, pero no demasiado dentro, de las modas. O, en su defecto, fuera, pero no demasiado fuera, de ellas. Es una forma inteligente de estar permanentemente en el candelero. No vamos a descubrir a OBK a estas alturas, como tampoco el predicamento del que siguen gozando clásicos como Historias de amor o La princesa de mis sueños. El conjunto catalán se integra en el festival Love the 90's, un evento que, tras triunfar en Barcelona y Madrid, aterrizará en Port Adriano este viernes 4 de agosto con un cartel que es toda una invitación al baile: Corona, Whigfield o Snap!, entre muchos otros.

OBK es un valor seguro. Pasan los años, pasan los discos y todo permanece igual. El grupo, ahora sin Miguel Arjona, se cuida mucho de ser el mismo, para lo cual no hay nada mejor que seguir haciendo, una y mil veces, exactamente lo mismo, al estilo ‘el día de la marmota'. Esto es: música de corte industrial llena de sentimiento y emoción. También «imperecedera», sostiene Jordi Sánchez, impulsor de un proyecto que en sus inicios empastó el sonido de Depeche Mode con la lírica temperamental de «los cantautores italianos».

Sánchez se describe como un «creador obsesivo», una especie de cruzado en perpetua «búsqueda de la perfección». Es un apasionado de su profesión, la adora: «Para lo bueno y lo malo, vivo la música con muchísima intensidad». No extraña, pues, que describa la sensación de estar sobre un escenario como «la droga más fuerte que existe». Aunque lamenta que algunas voces releguen su propuesta a material «para chicas enamoradizas». Un argumento que rebate sacando pecho: «En el 89, solo con un sintetizador, hice los arreglos de canciones que se convirtieron en grandes éxitos».

Formación

El paso de dúo a solista no ha sido traumático, aunque sí «un poco complicado el primer año. Miguel y yo somos amigos desde los 11 años, le inculqué la pasión por la música pero al final la perdió y yo sigo al pie del cañón, al fin y al cabo soy el que puso en marcha OBK», afirma. De ahí a que desista subirse a un Love con otro nombre que no sea el de su cotizada marca, «OBK seguirá muchos años en activo», concluye.

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