En su jornada inaugural, el Mallorca Live Festival subió al escenario una mezcla de veteranía (Placebo, Amaral), actualidad (C. Tangana, Nicola Cruz) y voces por descubrir (Sexy Zebras, Ela Minus). Puestos a destacar, Placebo tenía todos los números para ser el gran triunfador de la noche. El grupo de Brian Molko, uno de los máximos exponentes del dandismo proletario, guarda ases en la manga como para convertir cualquier concierto en un fiesta regada de confeti. Lo mismo ocurre con Amaral, un dúo con un discurso solvente y unas baladas arrebatadoras.
Según fuentes de la organización, 8000 personas se citaron en la noche del viernes en el antiguo Aquapark de Calvià, un registro que supera ampliamente los 4500 tickets colocados el año pasado. 18.30, bajo un Sol de justicia arrancaban las 10 horas de música en directo. Lo hacían de forma simultánea dos propuestas locales: Ice Crime (escenario Stage Mallorca) y The Prussians (escenario Sol House). El rock garajero de los madrileños Sexy Zebras y el proyecto del mallorquín Toni Cobretti, Escorpio, les relevaban. El resto del programa -Rumba Katxai, C. Tangana, Ela Minus, Morodo- fue discurriendo sin incidencias.
Y entonces llegó La Mala Rodríguez. Ah, las piernas de ‘La Mala'. Historia libidinosa del rap latino. María Rodríguez, de 38 años, saltó al escenario con un vestido corto que permitió al público disfrutar no solo de su esbelta figura, sino también de su enérgica fusión de rap y R&B, animada por litros de cerveza alzados por sus fans. Impasible como un pistolero, 'La Mala' desenfundó Egoista, su primer disparo de la noche. Son las 22.00 y parece que es ahora cuando empieza todo de verdad. La andaluza llevó a la ebullición al público, que se agitaba en el extenso terreno situado a sus pies.
A continuación, llegó el otro momentazo de la noche -del año, para muchos-, Brian Molko tomó el escenario 'grande'. Tras la expectación y emoción contenidas se desató el delirio. Con hits como Pure morning, tema que abría el concierto, no les hizo falta esforzarse demasiado para convertir la marabunta que se apiñaba a sus pies en un inmenso club al aire libre. Y es que había ganas de Placebo, una banda que hasta en dos ocasiones ha suspendido su concierto en la isla.