Con cuatro discos en el mercado, Donallop se postula como la banda que ningún alma sensible debería desconocer. Seguramente sea la meticulosidad absorbente, el gusto por el detalle, la finura y la belleza sosegada lo que convierte en adorable la propuesta de Joana Pol y Pere Bestard. En tiempos de vértigo y sinsentido, su deliciosa pugna por ralentizar el tiempo, prolongar los silencios y aminorar el latido del metrónomo resulta conmovedora. Pero también una osadía, casi un manifiesto. El Centre Cultural Sa Congregació (Sa Pobla) examinará este sábado a las 21.00 su nuevo trabajo, titulado Misteris de sa vida.
Romanticismo con un punto de elegancia y un ligero toque plañidero, Donallop ha concebido un disco «mucho más contundente, mucho más pop, mucho más intenso», describe Pere Bestard, miembro de este dúo reconvertido a cuarteto tras la incorporación de Juanjo Monserrat y Pedro Moyà. En Misteris de sa vida, los mallorquines se rebelan ante esa «corriente de pensamiento que dice que el disco no sirve para nada, solo como carta de presentación. Hemos querido revalorizar no solo el concepto de disco sino también todo el proceso que lo acompaña: composición, producción, promoción y puesta de largo». Como resultado encontramos un puñado de canciones que «pasan de la tristeza al júbilo en pocos compases. Intentamos que en nuestras actuaciones y en nuestros álbumes se vea reflejado un amplio espectro emocional», sostiene Joana Pol.
En los últimos años, nombres como Els amics de les arts, Manel o los propios Donallop proponen una nueva sensibilidad despolitizada y exportable de la música en catalán. ¿Sienten que abanderan algo? «Puede que nuestra sensiblidad sea despolitizada, pero nuestra vida y el salto al vacío que supone dedicarse a la música tiene una fuerte actitud política, en contra de lo que propone la sociedad: mediocridad, cultura basura y pocas expectativas de futuro», concluye Bestard.