Como cuenta el melómano Bernardo Obrador Vidal, la actual Orquestra Simfònica de Balears tuvo «una abuela», la Orquesta Sinfónica de Mallorca, fundada en 1946 y que debutó en el Teatre Principal de Palma el 14 de enero de 1947. Aquel primer grupo de 65 profesionales formaron parte de un proyecto que surgió de la sociedad civil y tuvieron como director a quien, entonces, se consideraba una brillante batuta, un joven músico coreano que había estudiado y trabajado en Estados Unidos y Europa. Además de compositor, había sido alumno de Richard Strauss, coincidido con Bela Bartok en Hungría, y, casualmente, se encontraba en Barcelona «como titular de la orquesta del Liceu». Era Eaktay Ahn, quien aceptó viajar a Mallorca junto con su esposa, Dolores Talavera, para ponerse al frente de una iniciativa cuyas vicisitudes han sido recogidas en un libro que está a punto de salir de la imprenta.
Bernardo Obrador Vidal se enamoró de esta historia y decidió que había que contarla, así que se puso a indagar en archivos, fuentes orales, programas de mano o las estadísticas sobre la actividad de la orquesta que, «como hobby, elaboraba Manuel Ferrer, un jovencísimo violinista, que he incluido en el libro». El resultado de un año de investigación ha fructificado en 600 páginas, con 478 fotografías. El título, 'La Orquesta Sinfónica de Mallorca y Eaktay Ahn'.
Durante el proceso, Obrador Vidal conoció a nueve músicos de aquella sinfónica que aún viven, cuyo trabajo reconoció con un homenaje en la Sala Mozart. Cuando habla de ellos aún se emociona: «Pensé que había que agradecerles el esfuerzo que todos hicieron en aquella época de Posguerra». Sus nombres son: Serafín Nebot, Agustina Amengual Torres, María Luisa Torras Serch, Margarita Obrador Llinás, Marta Miró Cortés, Teresa García Donaire, Catalina Manresa Manresa, Diego López Moreno, violinistas, y Apolinar Marquina López, flauta.
Según cuenta el autor del libro, la Orquesta Sinfónica de Mallorca caló en la sociedad y llegó a tener 1.100 socios de todas las clases sociales, «desde ricos, hasta gente humilde, porque había abonos; se llenaba hasta el gallinero [del Principal], se creía en el proyecto».