En esta legislatura, la Fundació Pilar i Joan Miró de Palma afronta uno de los restos más peliagudos desde su inauguración, en 1992, la rehabilitación de sus tres edificios, con diferentes patologías, algunas graves. Dos de ellos, el Taller Sert, cuya construcción data de 1995, y Son Boter, una possessió del siglo XVIII, son Bien de Interés Cultural (BIC). El más reciente es el edificio Estrella, diseñado por Rafael Moneo. «Los tres necesitan intervenciones, unos de forma más integral y otros solo pequeñas restauraciones de desperfectos».
Lo explica Francisco Copado, director de la fundación, quien en esta legislatura se ha propuesto poner en marcha un proceso que requiere bastante financiación y la colaboración de las instituciones locales y estatales.
El taller que el arquitecto catalán Josep Maria Sert construyó para su amigo Miró presenta humedades, desconchones, grietas y baldosas abonbadas, «pero ningún problema estructural, es la obra más pequeña», confirma Copado.
En el edificio de Moneo, el escollo se encuentra en la piscina ubicada sobre la cubierta de la Sala Estrella, la principal de las dedicadas a exposiciones, que filtra agua ya desde los primeros años de vida del inmueble y que, de momento, se ha vaciado.
El gran reto de la fundación es la restauración de Son Boter, edificio que alberga los grafitis que Miró dibujó en sus paredes, y que «necesita una intervención integral: tejado, muros, paredes, suelos, ventanas». Esta casa mallorquina sufre, sobre todo, por la humedad que asciende por los muros.