Ken Loach se coronó, a sus casi 80 años, como uno de los más grandes cineastas al conseguir su segunda Palma de Oro de Cannes por su dura y realista historia social de «I, Daniel Blake» y emocionó a todos al clamar que «otro mundo es posible y necesario».
Loach defendió el cine como forma de protesta contra un mundo en peligro por las ideas neoliberales que han propugnado un proyecto de austeridad que «ha provocado la miseria de millones de personas desde Grecia a Portugal, con una pequeña minoría que se enriquece de manera vergonzosa».
Un discurso muy aplaudido, que puso a todos lo asistentes a la gala en pie para agradecer al cineasta sus palabras y la película con la que se une al exclusivo grupo de cineastas -él es el séptimo- que tienen dos palmas de oro, tras las conseguida hace justo diez años por «El viento que agita la cebada».
Muy celebrada la decisión del jurado presidido por George Miller de dar la Palma a Loach por una película social, que denuncia con precisión la situación en la que se encuentran las clases más desfavorecidas de la sociedad británica y con una sobrecogedora interpretación de Hayley Squires.
Menos acuerdo hubo sobre el resto del palmarés decidido por un jurado en el que también estaban los actores Donald Sutherland y Mads Mikkelsen, las actrices Kirsten Dunst o Valeria Golino o el realizador Laszlo Nemes, que fueron recibidos con aplausos y abucheos en la sala de prensa.
Una de las decisiones más discutidas fue la de otorgar el Gran Premio del Jurado al canadiense Xavier Dolan, por «Juste la fin du monde», que hace dos años ya había ganado el Premio del Jurado por «Mommy».
La película de Dolan dividió en Cannes con un estilo de realización muy extremo, que muchos consideraron molesto, pero que ha conquistado al jurado por su voz única y especial, un trabajo diferente al resto y el único rodado en 35 milímetros de los 21 presentados a la competición oficial, como destacó Nemes.
Dolan, de 27 años, no pudo evitar derramar lágrimas al recoger un galardón por un filme centrado en las relaciones y los secretos de una familia, protagonizado por Marion Cotillard y Vincent Cassel, entre otros.
«Hicimos lo mejor que pudimos», afirmó Miller al explicar un discutido palmarés y agregó que «hay muchas variables y solo ocho premios».
El realizador reconoció que «hay probablemente algunos filmes que deberían haber estado en los premios», pero aseguró que debatieron «más que otros jurados y nada se dejo de lado».
En ese listado de premios, uno de los más beneficiados fue el iraní Asghar Farhadi, que se llevó el de mejor guion y el de mejor actor para Shahab Hosseini por «Forushande» ("Le client"), que interpreta a un hombre que pasa de ser alguien amable y atento a un ser violento y machista por un pequeño incidente.
Una película que sigue en la línea de películas anteriores del realizador, como «Nader y Simín, una separación» en su análisis de los problemas familiares y que se llevó unos premios de los que Farhadi aseguró: pueden «aportar la felicidad a mi pueblo, al menos a una parte».
Mientras que el galardón a la mejor actriz fue para la filipina Jaclyn Jose, por «Ma'Rosa», de Brillante Mendoza, en la que interpreta a una madre de familia que trafica con drogas para mantener a sus hijos en un barrio pobre y marginal.
«Me rompió el corazón» con su interpretación, dijo Miller, algo en lo que estuvo de acuerdo Sutherland, quien reconoció que en esta edición ha habido grandes papeles de mujeres.
El premio a mejor director fue exaequo para dos directores, el rumano Cristian Mungiu y el francés Olivier Assayas.
Mungiu por «Bacalauréat», una historia en la que la educación, la moral y la desesperación se unen en un solo personaje, el de un padre que hace todo lo que está en su mano para procurar el mejor futuro posible a su hija.
El rumano era uno de los favoritos para llevarse la Palma de Oro junto al estadounidense Jim Jarmusch, por «Paterson», y la alemana Maren Ade por «Toni Erdmann», que se fueron de vacío.
Y Assayas, por «Personal Shopper» en la decisión más protestada de la noche, por su historia entre surrealista y espiritual, protagonizada por Kristen Stewart y que se llevó el mayor abucheo de la edición tras su proyección.
Mientras que la británica Andrea Arnold consiguió el Premio del Jurado por «American Honey», una película en la que el marcado y moderno estilo narrativo de la realizadora está muy por encima de la historia, la de un grupo de jóvenes que viajan por Estados Unidos vendiendo abonos de revistas.
Unos premios que se completaron con la Cámara de Oro a la mejor ópera prima para «Divines», de la realizador franco-marroquí Houda Benyamina, y la Palma de oro al mejor cortometraje, que fue para el español Juanjo Giménez por «Timecode», con una mención para el brasileño Joao Paulo Miranda Maria por «A moça que dançou com o diabo».
Y un palmarés que dejó fuera a los dos títulos iberoamericanos en la competición: «Julieta», del español Pedro Almodóvar, y «Aquarius», del brasileño Kleber Mendonça Filho.