A los nueve meses de haber ocupado el cargo, el vicepresidente insular de Cultura, Francesc Miralles, hace balance de su gestión. Miralles define su trabajo como «de no grandes titulares», y recalca las dificultades que se ha encontrado para desarrollar su programa. Asegura que «no me gusta vender humo, ni hablar de los proyectos hasta que los tengo bien atados».
Miralles afirma que «no pensé que tendría que estar pendiente de la concreción de los procesos administrativos hasta el último detalle y tener que sacrificar la vertiente de vicepresidente del Consell. He tenido que entrar al detalle de todos los proyectos que hay en la casa porque ésta tiene mucho que mejorar».
En el mismo sentido apunta que «me hubiera gustado encontrar veinte proyectos en marcha del anterior equipo de gobierno. Así esta sensación de parálisis no existiría, pero no es así. Queremos poner en marcha muchas líneas de trabajo, algunas sí están empezando, pero están en una fase incipiente y a mí no me gusta vender proyectos sin tenerlos vertebrados y estructurados. Empezamos la legislatura cogiendo el testigo de un equipo que lo paralizó todo y esto nos afecta»
El vicepresidente confiesa que «no me motiva nada tener que resolver lo anterior, pero hay que quitar este tapón por responsabilidad. He asumido compromisos del anterior equipo por responsabilidad institucional, incluso cosas que sólo estaban cerradas de palabra, como la ayuda a la rehabilitación de la basílica de Sant Francesc de Palma».