Arturo Fernández, incombustible actor, productor y director teatral, estará en el Auditórium de Palma del 15 y 24 de enero con la comedia 'Enfrentados', tras dos años de éxito continuado en todo el país. El eterno galán de la escena patria es una persona extremadamente amable, y se gana al interlocutor con una peculiar mezcla de locuacidad, autenticidad y campechanía. «Te voy a dar una primicia», afirma en el vestíbulo del madrileño Hotel Palace, después de saludar a su amigo, el político Josep Antoni Duran i Lleida: «Llevo 54 años continuados con mi propia compañía, lo que jamás ha ocurrido en la historia del teatro español». Por ello, el creador Éric Assous señaló hace unos días, medio en serio y medio en broma: «Si naces en Francia, quitan la Torre Eiffel y te ponen a ti».
—¿Cómo se enfrenta a un clásico de Broadway?
—Cuando tienes la suerte de encontrar una comedia tan importante como esta, todo es fácil. El público espera de mí una alta comedia y posiblemente Enfrentados sea la mejor que se haya puesto en escena desde hace años, en cuanto a tema y a diálogos. Está avalada por los premios Molière y de la Crítica de Nueva York a la mejor comedia.
—¿Cómo atrae usted al público?
—Diciéndole que es una obra muy divertida con ciertos momentos dramáticos. Se trata de una comedia realista y auténtica.
—La trama disecciona el enfrentamiento entre un sacerdote conservador y un aspirante rebelde...
—Trata del problema de un seminarista que quiere cambiar la Iglesia y se encuentra con un párroco de la alta aristocracia. Se enfrentan con dureza porque el joven quiere que las mujeres sean sacerdotes, que los curas se casen y que la Iglesia admita la homosexualidad. Todo ello bajo un diálogo terriblemente inteligente. En cambio, al párroco lo único que le apetece, por su edad, es el buen vino. Además, se dice de él que trata demasiado bien a ciertas feligresas.
—En Mallorca ha habido polémica por una supuesta relación entre el obispo y su secretaria...
—Con la Iglesia hemos topado. Somos humanos y hay de todo. Existen las tentaciones. En esta obra se insinúa algo. Siempre intento que cada montaje sea mejor que el anterior y creo que nadie saldrá decepcionado porque soy un profesional y respeto mucho al público. Soy un perfeccionista en todos los ámbitos.
—¿Con ganas de regresar a Palma?
—Tengo muchas ganas de ir a Palma, sobre todo con este montaje, porque sé que va a armar un lío gordo. ¿Por qué? Porque es una comedia impresionante. La gente del teatro son los feligreses de la iglesia, participan. Esta obra tiene algo muy especial. Creo que el público de Mallorca se va a sorprender muchísimo.