Charcos de agua en los pasillos, el refectorio y la iglesia; manchas de humedad que bajan y suben por las paredes y dejan huellas en los suelos y hasta en los bancos de la iglesia; abombamiento de las vigas que sostienen la cubierta; desconchones de pintura que amenaza con saltar de los cuadros, como de la tabla gótica pintada por Pere Terrencs en el siglo XV, que ilustra esta página, o el agua acercándose a «treinta centímetros» de la habitación en la que el Departamento de Patrimoni del Consell ordenó colocar los cuadros del convento de Santa Elisabet de Palma una vez embalados. Estos y otros problemas, como los derrumbes en los muros exteriores, son algunas de las consecuencias de las últimas tormentas que han caído sobre Palma y que han afectado al monasterio de la orden jerónima, vacío desde 2014.
Este lunes técnicos del Ajuntament de Palma y de Patrimoni Històric del Consell visitaron el convento. Las jerónimas querían que ambas instituciones conocieran de primera mano las consecuencias de las tormentas y la forma en que el inmueble se ha degradado desde el final de la primavera, cuando las monjas pidieron «ayuda técnica» al Instituto de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura.
Tras la visita, Cort acordonará el perímetro del convento apara evitar que las personas corran peligro por algún otro desprendimiento y pedirá a la propiedad «ejecutar reparaciones en todos los elementos que dan a la calle».