Francisca Cardona, antropóloga forense de la Universidad de Granada, dedica sus últimos días en Pol·lentia a desenterrar un esqueleto infantil hallado, sorpresivamente, en una zona de tumbas de marés que ya habían sido descubiertas en la década de los años treinta del pasado siglo, cuando en el yacimiento excavaban Rafael Isasi y Gabriel Llabrés, pero que, a lo largo de los años volvieron a quedar cubiertas.
Francisca es una de las técnicas contratadas para la campaña de campo de este año que ha estudiado con el famoso forense Miguel Botella, quien investigó, entre otros muchos casos, la muerte de los hermanos de Córdoba Ruth y José Bretón. Con mucha paciencia, la experta va limpiando la tierra que cubre los huesos, entremezclados con raíces.
La finca Can Fanals, situada al sur de este gran yacimiento romano donde Francisca trata con sumo cuidado estos restos óseos, es uno de los varios frentes en los que este verano ha trabajado un equipo de ochenta personas, incluidos profesionales y estudiantes de Estados Unidos que, oficialmente, finalizan este fin de semana. Allí buscaban una basílica y un pavimento que no ha salido. De momento cuentan con media docena de tumbas ya vacías de la cuarentena que hallaron los primeros estudiosos del terreno hace más de ochenta años.
Por otra parte, este año han invertido parte del presupuesto en una prospección por magnetometría y georradar que les han permitido conocer la mitad del perímetro de la ciudad romana.