Agustí Villaronga y Joan Valent han tenido la oportunidad de conocerse por primera vez en dos ocasiones: formando parte del mismo grupo de amigos, antes de que el nombre de ninguno de los dos tuviera el peso que tiene hoy en el mundo del cine, y durante su primera colaboración profesional. Ahora vuelven a ponerse en sintonía para El Rey de la Habana, el nuevo largometraje de Villaronga, una adaptación de la novela homónima de Pedro Juan Gutiérrez. Desde el salón de la casa de Palma que Valent usa como estudio desgranan este proyecto y el rumbo que han tomado sus carreras.
«Cuando trabajo con Agustín todo es una sorpresa, lo que resulta una putada y una maravilla. Casi no duermo dándole vueltas a las cosas», bromea el compositor.
«Los directores no sabemos de música, así que lo que hacemos es tratar de transmitir el tono de cada secuencia al compositor. La música es muy importante, porque puede tergiversar una escena», apunta Villaronga.
«En esta banda sonora quiero que predomine la percusión. La película de Agustí está cargada de un grado de poética brutal que quiero intentar alcanzar», señala Valent.
El Rey de La Habana estaba concebida para grabarse en Cuba pero, tras muchas trabas, el rodaje tuvo que ser en República Dominicana. Este hecho le hizo tener que «utilizar planos mucho más cerrados y centrarnos más en los actores».