En sus primeros meses en circulación, el sexto álbum de Fito & Fitipaldis, Huyendo conmigo de mí, despachó una media de 10.000 copias a la semana. En su interior, diez cortes repasan con sinceridad y desparpajo la poesía rugosa de la calle, incorporándose a la larga lista de éxitos de un músico menudo y autodidacta que aprendió a tocar la guitarra por tesón, escuchando discos de Rory Gallagher y Rosendo. Su líder, Fito Cabrales, habla del concierto que este sábado día 2 ofrecerá el grupo en el recinto de Son Fusteret de Palma, a las 22.30 horas.
—Huyendo conmigo de mí, titulazo. ¿Nos lo explica?
—La verdad es que no elijo los títulos, le pido a gente de confianza que escuchen el álbum y saquen de dentro un título relacionado con las canciones.
—Más que un grupo de rock, Fito & Fitipaldis se erige en religión de variopinta feligresía, ¿qué siente al concitar a públicos de distintas procedencias?
—A veces estoy en el escenario y pienso «qué público más dispar, cuando acabe el concierto cada uno tomará su camino y no volverán a verse más».
—¿Qué lugar desempeña la poesía en la lírica de Fito & Fitipaldis?
—Es una buena pregunta porque nunca me he considerado un poeta, creo que ellos tienen otra función en la sociedad.
—En Conversaciones con Fito Cabrales (Iberautor, 2005) habla de la trastienda de las drogas y el miedo a no ser capaz de escribir canciones ¿Qué estímulos encontró en esas situaciones?
—Fue un momento de mi vida en el que me pasé con las drogas, pero realmente no creo que las musas nos abandonen, somos nosotros quienes las abandonamos.
—En una entrevista aseguraba que la política no le interesa, ¿está cansado de que, como a otros músicos vascos, se le obligue a posicionarse políticamente?
—Creo que si juntas música y política, la música sale perdiendo. No me gusta posicionarme, pero en cualquier caso, siempre estaré al lado de quien menos prohíba.