Militan en las alineaciones titulares de artistas nacionales e internacionales. Sus caras no son las más reconocidas, apenas visibles ante la afición, pero integran las columnas vertebrales de los grupos. Músicos locales de acompañamiento, ‘obreros' del rock que se embarcan en giras mundiales, atestiguan qué simboliza escudar a gente como Joe Cocker, Amaral, Iván Ferreiro, Sergio Dalma, Hevia o Ismael Serrano. A veces, desde la penumbra, otras, con margen para lucirse, son soldados en la retaguardia, instrumentistas mercenarios, despojando del término cualquier connotación despectiva.
«El trabajo de músico es irregular, como la hostelería o cualquier otro que depende de momentos puntuales. Un poco labor de cigarra, de hormiguita», describe Toni Toledo. Es el batería oficial de Amaral desde 2011 y antes, en 2007, giraba con Iván Ferreiro. «Tanto él como Eva nos reivindican en directo», destaca al referirse a sus compañeros de tripulación.
Norbert Fimpel guarda un buen recuerdo de sus experiencias como saxofonista de Alejandro Lerner, Roger Hodgson y Joe Cocker. «Los tres han sido muy buenos a la hora de darme un lugar para expresarme con el instrumento. Sé que hay artistas celosos y quieren que los músicos estén en un segundo plano y vestidos iguales, pero a mí siempre me han ofrecido un espacio para destacarme».
Comparten infinitas horas con los artistas. En restaurantes, habitaciones de hotel, viajes en avión, tren, barco o carretera y, a veces, compatibilizan su tiempo con trabajos paralelos.
«Muchas veces decía: parezco Willy Fog. Porque tenía conciertos en Italia con Hevia y entre medias venía a hacer dos actuaciones con Sergio [Dalma] a España, para después volver a Italia», rememora Cristian Costantini, batería de los artistas citados, quien reconoce que no tiene preferencias.
Centrado en su proyecto personal como Sr. Nadie, Jaime Garcia Soriano ha sido guitarrista de Amaral desde 2011. Ahora deja de girar con los zaragozanos porque han decidido virar hacia un sonido en el que los sintetizadores y teclados adquieren más protagonismo. Ha jugado en las dos partes. Como frontman de Sexy Sadie y desde segunda línea en Amaral. «Disfrutas de no ser el centro de atención de las miradas, que es a lo que estaba acostumbrado tras 14 años en Sexy Sadie. Con Amaral podía estar cien por cien por la música porque el público me daba un poco igual, quien llevaba el peso eran Eva y Juan», expone.
«Ser músico de acompañamiento es un arte», indica Juan Carlos Mendoza, bajista de Hevia y Amistades Peligrosas, «hay que amoldarse, no puedes imponer tu estilo».
Pisar el escenario conociendo su rol es uno de los matices que aporta Jacob Sureda, teclista y director musical en las filas de la escuadra de Ismael Serrano. Nunca se ha subido a las tablas sin creerse lo que sucedía. «Para el público somos gente en la sombra, pero está bien, tiene que haber pinches de cocina para que el chef presente un buen plato», tercia Sureda, en plena gira.